Cuando abro los ojos, la luz del Sol entra por la gran ventana detrás de la cama. Por un instante olvido dónde estoy.
Giro la cabeza y Orlando aún sigue dormido.Tiene su brazo envolviendo mi abdomen, abrazándome. Tiene la espalda descubierta y las sábanas blancas en la cintura, hacen que parezca un ángel.
Me tomo un momento para apreciar su belleza, y recuerdos de la noche anterior inundan mi mente.¡¡Triple woow!!
Realmente la pase bien. Mi subconsciente aplaude, contento y sonrío.
Me remuevo lento entre las sábanas, para no despertarlo, mi vejiga explotará en cualquier momento.Cuando por fin logro sentarme sobre la cama, me doy cuenta que estoy completamete desnudo.
Tomo mis bóxers de debajo de mi almohada y me los pongo. La habitación se aprecia mejor de día, es muy colorida, hogareña y espaciosa, hace sentirse como en casa.
Abro una de las puertas que hay en la esquina y afortunadamente es la del baño. Luego de vaciar mi vejiga y lavarme los dientes, decido tomar una ducha.Entro desnudo bajo el chorro del agua y comienzo a tallarme el cuerpo y el cuero cabelludo.
Cuando termino salgo y Orlando todavía sigue dormido. Por más que no quiero despertarlo, lo hago, por que tenemos que hablar sobre la exagerada tarjeta de crédito, la exorbitante tranferencia bancaria y la inquietante nota de ayer.
Me monto a horcajadas sobre él y alzo sus manos por encima de su cabeza.
Sus azulados ojos se abren y encuentran los míos. Me sonríe y lo miro serio.—Buenos días —susurra e intenta safarse de mi agarre, pero no estoy dispuesto a liberarlo hasta que me explique por qué hizo tales cosas.
—¿Por qué me tienes sujeto? —pregunta.
—Quiero que hablemos sobre la tarjeta de crédito y sobre la nota que me dijaste con Jack —respondo.
Sus ojos se abren como platos y se mueve bajo mis manos que lo sujetan con fuerza mientras sonríe.
—No quiero hablar sobre eso, es una decisión que tomé y no quiero que me cuestiones acerca de ello —responde, deja de moverse y suspira.
Sé que si él se lo propusiera, me derrumbaría en un segundo; pero también sé que está fingiendo su rendición.
—¡Orlando! esa no es una respuesta. No puedes solamente llegar un día y depositarme más de veinte millones de pesos y ya, como si nada hubiera pasado —lo reprendo.
Una sonrisa comienza a formarse en su bello rostro y sonrío junto con él.
—Sí puedo —chasquea.
—Pero eso no significa que tengas que hacerlo.
—Ricardo, quiero darte todos los gustos posibles. Y cuando te guste algo, no quiero que te limites, si es cuestión de dinero no quiero que te haga falta nada.
Me quedo sin palabras ante su respuesta, me impresiona con cada una de sus palabras, que sólo le sonrío y no me queda más que aceptarlo, no pienso tomar un solo peso más de esa tarjeta.
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Mi verdadero cielo
RomanceRicardo, un estudiante de preparatoria, un joven simple, común y corriente, nunca se hubiera imaginado conocer el amor abordo de un taxy. Pero no es solo el amor lo que encuentra en Orlando, si no más bien, un mundo totalmente desconocido para él. ...