Después de ver sus hermosos, pero ahora furiosos ojos azules. Mis ojos se posan sobre sus esculpidos labios, apretados, que forman una delgada línea.
—¿Puedo pasar? —me gruñe.
Doble mierda... sí que está enojado.
No pude artícular palabra, trago saliva y asiento lentamente. Entra y cierro la puerta detrás de mí, apoyándome en ella.Tomo un respiro y nuestros ojos se miran, de inmediato manda choques eléctricos por toda mi espalda, despertando todo a su paso hasta llegar a mi entrepierna.
Joder, quiero a este hombre, lo nesecito.—Bien, ¿a qué debo tu inesperada visita? —ladro, tratando de sonar enojado.
—Ricardo, una cosa que me hace enojar, ¡No, enojar no!, ¡¡ESTALLAR EN MIL PEDAZOS!!—grita desesperado. Ay no—, es que me cuelguen el teléfono, es algo que odio ¿entiendes? —lo miro atento y después asiento—. Bien... Ahora estoy aquí para darte una explicación acerca de lo que viste en la plaza —su tono duro y seco. Asusta.
Madre de todo lo sagrado... Realmente está cabreadísimo.
Mi temor aumenta, ¿sería capaz de golpearme?
Bajo la mirada a mis pies desnudos, ¿en qué momento me quite los zapatos?—¡¡MÍRAME!! —me grita tan fuerte que me hace cerrar los ojos en sorpresa.
Dios no, no quiero esto. Lo miro y está respirando fuerte, como un toro.
—Perdóname por haberte colgado el teléfono, no necesitas decirme nada, puedes hacer lo que te venga en gana —camino hacia la cocina no quiero estár allí, frente a él, pero justo cuando paso cerca me jala del brazo haciéndome quedar frente a frente. Sus ojos mirando los míos.
—Orlando, por favor, necesito dormir, hablemos otro día, ¿quieres? —me suelta y se frota la frente como si estuviese desesperado.
—¡No! ya estoy aquí... Me hiciste venir hasta aquí. Ahora hablaremos, ¿qué es lo que quieres saber? —parece un poco más relajado, así que accedo a preguntarle.
—Sé que no soy nadie para ti pero, ¿qué hacías hoy con el chico del antro en la plaza?
Su cara cambia, sabe que lo que hizo en la tienda estuvo mal. Se gira y da unos cuantos pasos, después me mira.
—En primera: eres mi pareja y te respeto —oírlo decir eso me llena el alma, vuelvo a respirar tranquilo—. Iker, es sólo un amigo. Hoy salí con él por que me pidió que lo acompañara. Supongo que viste que nos besamos, pero él es así, es demasiado encimoso. Él y yo fuimos pareja hace ya un par de años y me ha pedido que regresemos. Obviamente me negué, pero se ha vuelto un reto para él. Ahora no puedo quitármelo de encima. Salí con él por que quería dejarle bien en claro que tú eres mi nueva pareja, que te respeto y vamos en serio. Lo que sea que hayas visto fue culpa de él. Tienes que confiar en mí.
¿Cómo saber si miente o no?
Se acerca a mí y me toma las manos, me da su mirada tierna. Tal vez dice la verdad.
Carajo, no puedo decirle que no a ese azul tan destellante.—¿Es en serio todo lo que me dices? —tengo que estár seguro.
—Claro que sí, cariño. Te quiero bien, te nesecito —su mirada baja a mis labios y cerrando mis ojos me entrego a sus encantos, dejándome llevar por la atracción que ejerce en mí. Se separa de mí y lame sus labios.
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Mi verdadero cielo
RomanceRicardo, un estudiante de preparatoria, un joven simple, común y corriente, nunca se hubiera imaginado conocer el amor abordo de un taxy. Pero no es solo el amor lo que encuentra en Orlando, si no más bien, un mundo totalmente desconocido para él. ...