"Cásate conmigo"

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Sus enormes ojos azul turquesa me miran, destellantes. Mientras me derrito por dentro y siento que me desmayaré.

—He estado con muchas personas, pero jamás con una que acomplete mi vida como lo haces tú, y que me haga sentir vivo de tal forma, que me haga odiar cada segundo que no estoy a tu lado. Ricardo, eres en gran parte mi salvación y de alguna forma también eres mi perdición. Solo tú, me armas y me desarmas. Me llenas y me dejas vacío. Eres el aire que respiro y sé qué no podré vivir un minuto sin ti. Pienso en mi familia y me hace falta una pieza importante y esa pieza eres tú, pienso también en mi futuro y no me veo si no estás conmigo, siento la necesidad de cuidarte y procurar tu bienestar. Jamás he sentido esto por alguien, sé que eres mi alma gemela y espero ser la tuya también. Te quiero... te quiero para siempre. Ricardo cásate conmigo —sus palabras fueron sinceras y exactas.

Abre la caja de terciopelo negra y dentro tiene un anillo de oro blanco, hermoso.

¡¿Qué?!
Mis ojos se abren como platos. Madre de todo lo sagrado. Ahogo un grito y me llevo una mano a la boca. Que alguien me pellisque, estoy soñando.

La forma en la cual la dijo me hace sentir tan especial. Sus ojos aún viéndome.
Todo este momento es perfecto.
Mis ojos se escuecen e intento no llorar pero fallo inútilmente. Lagrimas corren por mis mejillas.

Mi subconsciente se desmaya, dejándome tomar una decisión a mí solo. Orlando tímidamente me sonríe, puedo ver el nerviosismo en su bello rostro.

—Sé que es muy apresurado de mi parte hacer esto, pero créeme que realmente quiero hacerlo —dice al ver que no respondo.

Qué bueno que estoy sentado, que si no, al igual que mi subconsciente, hubiese caído desmayado yo también.

No sé qué decirle, las lagrimas siguen cayendo por mis mejillas. Por dentro sé muy bien que estoy enamorado, y que también quiero... ¡NO!... anhelo, ruego a Dios casarme con él. Pero no sé si es muy pronto.
Lo amo demaciado y lo que él acaba de decirme es su declaración de que también me ama.

«Acéptalo, ¿qué puedes perder?» mi subconsciente se ha despertado de su desmayo y me alienta.

Puedo perder mi libertad, puede prohibirme muchas cosas, pero no puedo ponerle condiciones también para esto. Después de lo que para mí parece una eternidad, pero enrealidad han pasado un par de segundos, asiento:

—Claro que sí, Orlando, acepto casarme contigo.

El nerviosismo desaparece de su cara, se levanta, me abraza y planta un casto beso en mis labios. Limpia las lagrimas de mi rostro y sonríe.

Oh Dios mío, ¿habré tomado la mejor decisión? no puedo echarme para atrás ahora.

Orlando saca el anillo de la cajita y antes de ponérmelo planta un beso en mi dedo anular.

—Me haces el hombre más feliz de todo el mundo.

Lentamente introduce el anillo en mi dedo. Las lagrimas vuelven a correr por mis mejillas. Es el momento por el cual he estado esperando toda mi vida, casarme con el hombre a quien en verdad amo.

Miro al guía y está viéndonos sonriente, le devuelvo el gesto.

Oh santa Corte Imperial.
Esto necesitan saberlo mis amigas, mi hermana y mamá...

Mi verdadero cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora