El sonido de la alarma me despierta, abro los ojos y estiro la mano para detener el molesto sonido.
Siento todo el peso del brazo de Orlando sobre mí, también tiene una pierna enrredada en las mías.
Su erección clavándose en mi espalda.Me muevo lentamente, no quiero despertarlo y que me pida no entrar a la escuela de nuevo. Tomo una ducha rápida y me arreglo en el baño, no quiero molestarlo con el ruido de la secadora.
Cuando estoy listo y vestido, regreso a la habitación para verlo dormir. Sigue aún dormido, profundamente y se ve tan hermoso.
Tiene la espalda descubierta y está estirado sobre toda la cama.
Voy por mi celular y le tomo una foto, una foto sólo para mí.Guardo mi celular y le doy un beso, despertándolo. Me mira con unos ojos asustados, me sonríe y vuelve a cerrarlos.
—Tengo que irme, pero no te molestes en despertarte.
Quiero que sigas durmiendo —me sonríe sin abrir los ojos.—¿Seguro qué puedes solo?, realmente estoy cansado —me dice en tono de disculpa, tiene la voz ronca.
Tomo la cobija y le cubro la espalda.
—Claro que sí, tú no te preocupes —me sonríe y funce los labios, para que le de un beso.
Pongo mis labios sobre los suyos y me voy para dejarlo dormir.
Voy hacia la parada de autobuses que queda a una cuadra de mi departamento.
Cuando llego allí, saco mi teléfono y le conecto mis auriculares. Una mezcla de Martin Garrix y Dvbbs suena en mis oídos. De nuevo el camión sigue sin pasar, así que decido parar un taxi.
Llega a mi mente el recuerdo de cómo conocí a Orlando y fue justo de esta manera.
Yendo al instituto.El recuerdo me hace sonreír, tal parece como si hubiera pasado una eternidad, pero me doy cuenta que ha pasado apenas un poco más de dos semanas.
Le hago la parada al primer taxi que pasa y me subo. Giro la cabeza esperando encontrarme con los ojos celeste de Orlando, pero sólo veo unos ojos cafés oscuro mirando a través del espejo retrovisor.Cuando llego al instituto, entro al aula y como siempre están mis amigas esperando por saber más chismes sobre mí, me siento y aviento la mochila al suelo.
—¿Qué pasó ahora? —Consuelo me mira asustada.
Me suelto a reír fallando simular mi aparente enojo.
—Nada, sólo que ya regrese con Orlando —les digo y nos ponemos a gritar los tres juntos.
Todo el salón nos voltea a ver, pero me importa un comino.
—Queremos detalles —me dice Renata y comienzo con la historia desde el principio.
Ambas me prestan atención como nunca y no puedo evitar sonreír como un niño pequeño en plena navidad.
Cuando termino, el maestro entra y la clase comienza. Me cuesta tanto concentrarme, los ojos azules de Orlando y sus hermosos labios llegan a mi mente cada minuto, también recuerdo sobre la promesa que me hizo, no sé cómo hacerle para que la rompa.
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Mi verdadero cielo
RomanceRicardo, un estudiante de preparatoria, un joven simple, común y corriente, nunca se hubiera imaginado conocer el amor abordo de un taxy. Pero no es solo el amor lo que encuentra en Orlando, si no más bien, un mundo totalmente desconocido para él. ...