Adrenalina

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Me le quedé mirando desde el suelo, ¿Qué acababa de pasar?

Ella me miró desde arriba y me ofreció la mano, me le quedé viendo.

Vi como Kat me miraba con los ojos abiertos de par en par, al igual que todos.

Grace... o Duriel ahora me miraba frunciendo el ceño.

-estoy encadenada a ella, desde hace mucho- dijo Duriel- no había querido confrontarla... sabes, necesito algo de ti, o lo necesitaba, nunca había tenido una huésped como tú, eres una fiel contendiente lo admito... y te odio por eso... pero más la odio a ella, así que elegí, destruir a la que peor me cae.

-¿nos estás ayudando?- pregunté volviendo a oír mi voz provenir de mi misma.

-me estoy ayudando a mí.

Me levanté, con cautela, viendo mi cuerpo, viéndola a ella.

-no puedo matarla, no puedo ni lastimar su alma un poco, pero si puedo poseerla, lo único que me impedía hacerlo, era mi trabajo-Duriel me miró.

-¿nos dejas ir?- fruncí el ceño

-no- negó con la cabeza

Miré por el rabillo del ojo como Kat se iba levantando.

-escuchen, no los puedo dejar ir, o al menos no ahora...- dijo negando con la cabeza.

-¿Qué quieres?- pregunté.

-su destrucción- me miró- todos estos años, su raza, los demonios corpóreos, han estado ganando en número, vampiros, lobos, brujos, hadas, banshees... son demasiados no los puedo controlar, y están dañando a los humanos.

-ustedes dañan a los humanos-dijo Kat tras de mí.

-al principio solo éramos ángeles y demonios, nosotros solos, luego llegaron ustedes, mutaciones, que se reprodujeron como ratas... ahora si un demonio no mata a un humano, hay otras mil criaturas que pueden y lo harán, se nos mandó a exterminarlos a todos, en este momento cada demonio sobre la tierra busca y mata a uno de ustedes.

-no todos somos malos- Tanner la miró cerrando las manos con fuerza.

-ahora lo sé-asintió viéndome Duriel- pero ellos no... de todas formas ustedes serán los últimos, no puedo protegerlos de demonios y tampoco lo haré, acabaran atravesados por nosotros en cualquier momento, solo que no seré yo quien lo haga.

-entonces...

-espera... quien mandó a exterminarnos?- preguntó Kat.

-los grandes- sonrió.

-no estarás hablando de Dios, cierto?- preguntó Andrea.

Duriel se nos quedó mirando.

-¿Quién pensaría que esos dos viejos obstinados se unirían para algo cierto?- Duriel suspiró- su Dios y el Diablo... es estúpido solo de pensarlo, pero a tiempos desesperados... después de todo, alguna vez fueron hermanos...

-¿te estás dando cuenta de lo que nos estás diciendo?- pregunté confundida.

-es difícil de creer, incluso nosotros no lo creemos, pero hay órdenes, para nosotros demonios y para los ángeles, luego volveremos a matarnos mutuamente pero ahora son ustedes los que deben desaparecer.

Me quedé en silencio viendo a Duriel quien se veía cansada.

-mi consejo, váyanse, corran, hay lugares a los cuales demonios no pueden alcanzarlos, y hay lugares a los cuales ángeles no pueden alcanzarlos, decidan a cual preferirían combatir y escóndanse en ese lugar, vivan su vida lo más normal que se pueda... y no conviertan a más nadie.

Sin arrepentimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora