Fruncí el ceño asintiendo.
-nos vemos, gracias- asentí.
Me sonrió y me dio un beso en la mejilla.
A los minutos bajé sintiendo el hambre en la garganta, el ardor inconfundible, pero decidí ignorarlo, al menos por un rato.
Chris bajó vestido con una chaqueta negra y pantalones igual de negros.
-¿para dónde vas?- le pregunté.
-suenas como mi madre- suspiró.
-eso quería- asentí.
-saldré está noche con Jill, a intentar pasar una noche normal.
-¿y de quien fue la idea?- pregunté.
-ella lo propuso- sonrió.
Kat se acercó a nosotros y le tendió a Chris un collar de plata en la mano.
-póntelo, es para protección- dijo ella.
-están paranoicas- suspiró, pero al final se lo puso.
-escúchame…- lo tomé del brazo- cuídate, por favor.
-lo haré, ahora pasa una noche tranquila ¿sí?- me sonrió.
Tanner ya se había ido, y ahora ellos dos se iban también, en la casa solo quedábamos rob, Kat, andrea y yo.
Me senté en el mueble respirando hondo.
-ten- Kat me tendió un collar exactamente igual al de Chris.
-no necesito protección, no saldré esta noche- suspiré.
-póntelo, hazme caso- asintió.
Suspiré poniéndomelo, era pesado.
Andrea se entretuvo con la vieja televisión, pasando los canales que se veían terribles y Kat hacía algo con magia en el patio tracero.
-¿me ayudas a practicar?- Rob me tendió un par de cuchillos.
-claro.
La noche caía con rapidez, mientras que ayudaba a Rob con su puntería, la cual era bastante buena considerando que era humano o algo raro cruzado con humano.
Tomé unos cuchillos apuntándolos a un blanco del otro lado del lugar, lancé uno y pegó en el árbol, gruñí frustrada, lancé el segundo y pegó en el último círculo del blanco.