Cada quien con su vida

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Alcé la mirada hacia Jill, el arma ahora apuntaba a otra persona, Chris.

-¡Chris!- grité mis pies se movieron con rapidez llegando hasta él, me coloqué cubriéndolo con mi cuerpo cuando oi el sonido del arma disparándose.

Coloqué una mano frente a mí, Chris me tomó por la cintura abrazándome con fuerza, su respiración estaba cortada, espere el dolor de la bala en mi cuerpo, pero nada pasó.

Cuando abrí los ojos la bala se mantenía flotando frente a mí.

-¡lo lograste!- me gritó Chris sonriendo.

Había logrado detener la bala, respiré hondo mirando la cosita de plata unos centímetros alejada de mi mano. fruncí el ceño haciendo que se volviera, enfoqué a Jill y la lancé de nuevo hacia ella.

Se lanzó al suelo antes de que la bala le diera. Chris hizo que la tierra a sus pies empezara a quebrarse, alcé una mano haciendo que ella se elevara del suelo.

Fui arrastrada hacia atrás en el momento en que vi a Andrea en medio del lugar, sus manos cerradas en puños y junto a ella un remolino de casi cinco metros, arrastraba a todos los vampiros que tocaba.

Nirry ya se había recuperado y en su forma de lobo mordía todo lo que sus dientes alcanzaban, lanzó a un vampiro lejos tan solo arrastrándolo por el brazo.

 Jill me miró gruñendo y empezó a correr hacia mí.

-mataré a esa Barbie- gruñí.

-¡Ness!- Chris me gritó.

Pero yo ya estaba corriendo hacia Jill, me agaché ante un ataque de ella y le di por la espalda provocando que trastabillara.

-pudiste ser parte de la familia, querida- le sonreí con ironía- tienes un mal instinto de supervivencia.

-¡puede haberte matado, querida!- me sonrió- un par de días me estuviste siguiendo, ¿no crees que yo lo noté?

-¿tuviste miedo?- gruñí- después de todo, solo eres una ridícula que busca atención.

Jill gruñó dándome un golpe en el rostro, se levantó y pateándome en el estómago, caí de espaldas, me levanté tomándole el brazo y doblándoselo hacia atrás.

Mi mano se extendió por delante de mi cuerpo y la dejé en el suelo sin poder moverse, me arrodillé golpeándole el rostro tan fuerte como pude.

-¡Chris, ayúdame!- gritó ella.

-¿eres tan imbécil?- gruñí alzando mi mano para propinarle otro puño.

Chris me detuvo el brazo en el aire.

-ya basta, no te bajes a su nivel- me dijo.

Sin arrepentimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora