En medio de ninguna parte

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A la media hora llegué a mi antigua casa,  me dirigí a mi antiguo cuarto sacando las cosas que había dejado ahí y creando una maleta pequeña.

Tensé los labios al ver las cosas a mí alrededor, me asomé a la ventana mirando todo lo que había tenido y ahora debía abandonarlo todo.

Entré al cuarto de Sebas tomando dinero de una lata que él solía guardar tras los libros, lo que no sabía era que yo solía ver todos los libros, los leía todos una y otra vez, pero jamás le conté eso.

Un golpe en la puerta me hizo saltar del susto.

Tomé un cuchillo de la cocina acercándome a la puerta, me mordí el labio abriéndola con cuidado. Chris se hallaba mirándome desde el otro lado.  Fruncí el ceño sujetando con fuerza el cuchillo.

-¿quieres que te diga algo sobre ti?- me preguntó sonriendo- eres testaruda, fastidiosa, algo extraña y tan vengativa que a veces das miedo, pero también eres linda, inteligente y cariñosa…

-¿tan pocas cosas buenas?- le pregunté dejando el cuchillo a un lado- ¿Qué haces aquí?

-decidí ignorarte y quiero irme contigo- me sonrió entrando al lugar- ¡yo también soy muy testarudo!

-oye…- suspiré.

-¡no, no podrás convencerme de lo contrario!- se encogió de hombros.

Me le quedé mirando frunciendo el ceño, me crucé de brazos sonriendo.

-cuando te capturaron los vampiros… te disculpaste conmigo, ¿Por qué?- le pregunté.

Se acercó a mí sonriendo.

-porque… jamás te dije lo mucho que me importabas, jamás te agradecí por nada, y jamás te dije lo mucho que te quiero, te lastimé muchas veces y tú eres tan dulce que jamás me lo reprochaste- se rio- además, me culpaba por jamás haberte besado.

Alcé la mirada hasta sus ojos alzando una ceja.

-pero ahora que tengo la oportunidad…- susurró.

Se inclinó sobre mí uniendo sus labios con los míos, le devolví el beso pasando mis brazos por su cuello, no era como una mordida, no era algo tan invasivo, pero seguía sintiéndose extraño, no podía entenderlo, la sensación de irrevocable felicidad que te invadía al saber que aquella persona que tanto necesitabas estaba ahí contigo, no podía compararse con nada.

-entonces quieres venir conmigo- susurré sin apartarme mucho.

-solo si me aceptas, si quieres…- me sujetó de la cintura sonriendo.

Me mordí el labio frunciendo el ceño, me separé de él respirando hondo.

-¿sabes limpiar?- alcé una ceja.

-¿limpiar?

Sin arrepentimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora