You •Rock Lee y Tú• ◀Naruto Shippuden▶ [EN EDICIÓN]

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Divagué un momento por las calles mientras mi mente se embelesaba con recuerdos románticos al ver a muchas parejas tomadas de la mano cerca mío.

¡¿Tenía que ser justo hoy?!

Los fulminé con la mirada al apretar mis puños con fuerza mientras me deslizaba por los lados.

Abracé mi pecho, rodeando mi cuerpo con ambos brazos. Comenzaba a correr fuertemente la brisa helada por mi rostro, trayendo consigo, algunas hojas de otoño.

Estaba perdida. Estaba literalmente perdida, jamás estuve en esta parte de la Aldea.

- __________... - susurró en mi oído una voz conocida. Una voz que hizo que mis ojos se nublaran, en un segundo, quedándome en completo silencio, mientras dejaba resbalar una lágrima por mi mejilla al sentir que el azabache, me abrazaba por la espalda, apoyando su cabeza en mi cuello.

- L-Lee... - murmuré.

- Lo siento mucho, no debí haberte dejado... - me rodeó el cuerpo, delicadamente, con sus brazos, haciendo que entre en calor, rápidamente.

- Yo no debí haberme ido. - cerré los ojos con fuerza a fin de evitar derramar muchas más lágrimas, acurrucándome en su cuerpo.

- ¿En serio te sientes a sí? - preguntó mientras acariciaba mis manos con sutileza.

- Si...

Asentí suavemente con la cabeza, girando mi rostro en su dirección.

- Si... - volví a repetir en un susurro.

- Torpe. - habló con dulzura, esbozando una pequeña y cálida sonrisa que me inspiró a total seguridad mientras acariciaba mi cabeza como se lo haría a un pequeño gatito.

Abrí mis ojos, de repente. Las lágrimas brotaban de ellos mientras recorrían mis mofletes con lentitud.

- Supongo que lo soy... - musité, apretando mis puños con fuerza.

Aquel pelinegro, me sostuvo de las manos, desistiendo de mi última acción.

Me separé de él, rápidamente mientras la brisa elevaba mis cabellos.

Giré mi rostro, guiándome hacia su mirada, hacia esos ojos tan profundos y hermosos mientras observaba como el adusto aire jugueteaba con sus negros cabellos, descaradamente.

Caminé, dando pasos cortos y ligeros hasta quedar frente a frente a él, dejándome embelesar por anteriores recuerdos hirientes, esos que duelen como el infierno, dañándote en lo más profundo del corazón, acabando contigo en un segundo.

Si, así eran nuestros recuerdos.

Pero, por fin no eran los míos, o los suyos. Porque simplemente, eran nuestros.

Nuestras miradas se conectaron casi de inmediato. Nuestras respiraciones eran una sola, hundiéndonos en un dulce y perfecto momento.

Acerqué mis manos a sus mejillas, rozándolas con suavidad mientras aquel, las sostenía con delicadeza.

- ¿Por qué tienes que ser tan odioso? - musité. En él se formó una mirada de confusión. - Siempre... tengo que caer rendida a ti. ¿Por qué eres tan dulce conmigo? Siempre lo has sido... desde el principio, aún sabiendo que no me conocías. Aún... sin saber, al mínimo mi nombre... te abocaste a cuidarme y protegerme.

Agaché la mirada, sonrojando levemente mis mejillas.

- ¿Por qué tengo que caer rendido a ti? ¿Por qué tienes que ser tan perfecta? ¿Por qué no te alejaste de mi lado, aún teniendo la oportunidad? ¿Por qué... me elegiste a mí? Teniendo a mejores personas que te rode...

Como respuesta, uní nuestros labios en un dulce beso, interrumpiendo sus palabras con descaro.

Nos separamos luego de unos segundos mientras nuestras miradas se buscaban con desesperación.

- Porque... - susurré. - Te amo... - dijimos al unísono, acaparando la atención de muchas personas a nuestro al rededor.

Pero eso no nos importaba en lo más mínimo, era irrelevante para nosotros.

- Tú... - indicó en pelinegro, tomando mi cabeza con suavidad. - Yo... - sonrió, dulcemente, al señalarse.

Porque jamás dejaríamos que nuestros momentos se rompan.

Porque no hay razón para dejar de vernos a los ojos.

Porque no existe ninguna posibilidad para no gozar de muestra compañía.

Porque sencillamente, no queríamos perdernos ningún detalle del nuevo recuerdo que hemos construido.

Porque simplemente no era un: Tú y Yo.

Finalmente, era un...

- Nosotros... - susurramos al entrelazar nuestras manos y unir nuestras frentes, compartiendo dulcemente nuestras respiraciones mientras cerrábamos los ojos para formar un mejor recuerdo.

Un mejor momento.

Nuestro pequeño pero bello, perfecto infinito.