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— ¿Por qué eres tan molesto? — lo rechacé, moviendo mi cuerpo hacia adelante.

— ¿Ser molesto significa preocuparme por ti? — preguntó con inocencia, llevándose el dedo índice a su mejilla.

— S-Ser molesto significa s-ser tú. — musité, cruzando mis brazos y evadiendo su mirada, clavada en mi espalda.

— ¿Odias lo molesto? — preguntó mientras yo, asentía con severidad. — Entonces... ¿Me odias?

Sí, lo hago.

¡I-Idiota! — exclamé, frunciendo el entrecejo. — ¡Esas son cosas completamente distint...

— Ya, ya. Que gruñona eres. — acarició mi cabeza, dándole pequeños toquesitos mientras me interrumpía, hablando en un tono burlesco.

Voltee a verlo con una expresión fastidiada e incoherente con la situación, en el rostro.

— Tiesa. Sonríe un poco. — habló, llevándose ambos dedos índices a su rostro, formando una mueca que se podría llamar sonrisa.

¿Y a mí me lo dices?

Resoplé mientras este, posó sus manos de nuevo en la blanca toalla, encima mío y comenzó a restregar, suavemente, mi cabello con esta.

Un estornudo se hizo presente en la habitación, lo que hizo que el chico de verdosos ojos, suspire y sostenga una de sus manos en mi frente.

— Tienes fiebre, pequeña tonta. — dio como respuesta al mirarme fijamente a los ojos.

¡No me digas!...

— Lo que pasa es que todo mi atuendo está empapado. — hablé mientras me observaba, abriendo los brazos.

— Quítate la ropa. — se encogió de hombros al formar una expresión de inocencia, como si me lo estuviera ordenando.

«¿Eso no es lo que se les dice a las esclavas sexuales?»

Yo sé que tienes una mente pervertida, Gaara. Yo lo sé.

— ¡¿Qué demonios?! — chillé con una mirada de indignación mientras golpeaba su rodilla.

— Era una broma. — se excusó de inmediato, moviendo sus manos con ligereza frente a su rostro.

Abrí los ojos de golpe al observarlo completamente diferente a como lo he conocido.

Tan frío, tan calmado...

Y ahora, tan dulce, que parece estar hecho de la más pura azúcar.

Lo fulminé con la mirada mientras me incorporaba del suelo, arrebatando la toalla de sus manos y posandola en mi cabeza.

Sus ojos se abrillantaron de un segundo a otro.

Lo miré fijamente a estos mientras de mis labios, inevitablemente se escapó una media sonrisa al remover sus rojizos cabellos a como se lo haría a un indefenso y pequeño gato.

— Descansa. — hablé en un tono dulce  mientras caminaba hacia mi habitación.

Oí algunos murmuros de parte de Gaara pero, sin entender realmente lo que quiso decir, me dediqué a dar unos cuántos pasos hacia mi alcoba, que por cierto, se ubicaba al lado de la de Naruto y frente a la de Sai.

— ¿Eh, Naruto? — toqué la puerta de su pieza, un par de veces hasta que de ella, apareció un rubio somnoliento y sobándose lentamente la cabeza. — Lamento despertarte. — sonreí, moviendo mis manos con desinterés.

— ¿Quién eres? — preguntó, restregándose la cara con ambas manos.

Gruñí con molestia y lo golpee en la mejilla.

— Tarado. — musité, chocando mis manos.

— ¡__-________ - chan! — se sorprendió en el suelo. — Eres mala... — habló en tono inocente y resopló, formando un puchero de sus labios.

— Imposible no mimarte ¿Verdad, Naruto? — reí, removiendo su cabellera con mi mano. — Hasta mañana. — me despedí para luego girar el pomo de la puerta.

— ¡Eh, espera! ¿Cómo te ha ido con el cejotas? — preguntó, levantándose rápidamente del suelo y chillando con emoción.

— ¡Dije “Hasta mañana”! — exclamé, volviendo mi tono pesado a uno enojado, cerrando la puerta de la habitación, conmigo dentro.

Oí que la cabeza de Naruto se apoyó en esta y se murmuraba a si mismo:

— Jamás entenderé a las mujeres... — habló en un tono infantil y calmo.

Dio algunos pasos hacia su habitación, oyéndose la puerta, cerrar con fuerza.

— Lee... — musité, dejándome resbalar por el marco de esta. — Lee... — volví a nombrarlo, agachando la mirada. — Lee... — me torturaba con solo hacerlo presente en mis palabras mientras abrazaba mis piernas y escondiendo mi cabeza en ellas. — Lee... — susurré por última vez al recostarme en el helado suelo, solo abrigándome con el calor de mi cuerpo.

Un estornudo se hizo presente en mi propio silencio incómodo, vago y triste.

*Flashback*

— Tienes fiebre, pequeña tonta.

*Fin del Flashback*

— Pelirrojo... — musité con tristeza.

*Flashback*

Quítate la ropa.

*Fin del Flashback*

— Idiota. — hice una pequeña sonrisa de lado que, de alguna manera apareció de entre mis labios, a pesar de sentirme realmente mal, con dejadez, con pena... triste.

Abracé mis piernas con más fuerza y cerré los ojos de a pocos hasta quedarme dormida mientras temblaban mis rosados labios.

¿Por qué sonrío al recordar a Gaara?

¿Por qué en situaciones caóticas?

¿Por qué ahora que, mi corazón se ha hecho pedazos?

¿Por qué él?

You •Rock Lee y Tú• ◀Naruto Shippuden▶ [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora