Capítulo 16.

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Niall



 

Abrí los ojos después de un largo rato en el que me estaba debatiendo en si pararme o no. Sinceramente estaba muy cansado, y ni siquiera sé porque lo estoy, no es como si hubiese corrido un maratón, esa si sería una gran razón para estar cansado.


 Me levante de la cama con pereza, para luego dirigirme al baño. Me quite las prendas con lentitud, mientras que bostezaba levemente. Joder, sí que tengo sueño.


 Tome una ducha rápida, y por rápida me refiero a 30 minutos exactamente. Es poco, a mi parecer. Enrolle una toalla en mi cintura y me dispuse a buscar la ropa que me pondría para ir a ver a Daniel.




Lo primero que vi, fue lo primero que me puse. Me coloque unos pantalones de chándal, negros. Una camisa sencilla, manga corta, esta de color blanca. Al final, opte por ponerme unos zapatos deportivos y listo, ya estaba vestido y arreglado. Sé que no voy muy formal ni mucho menos, pero eso no importa. El café queda a unas cuantas cuadras de mi casa, y además, no voy a ninguna cita, voy a intentar arreglar una amistad, solo eso.


 

Tome mi celular, el cual se encontraba en la mesa de noche que estaba junto a mi cama. Mire la hora, eran las 05:40, tenía el tiempo suficiente para llegar a la cafetería.



 
Baje a la primera planta con cautela, sin hacer ruido, ya que mi madre podría escucharme y ahora no quiero llevarme un disgusto con ella.


 

Cuando estaba a punto de abrir la puerta para salir, escuche a mi madre a mis espaldas, quien carraspeo fuertemente para que me volteara a verla. Maldecí por lo bajo, para luego girarme a encarar a mi madre.



 
-¿Qué es lo que intentabas? –Pregunto con curiosidad, mientras que permanecía seria.



 
-Salir ¿Acaso no es obvio? –Dije con sarcasmo. Mi madre sonrió con tristeza, para luego cambiar su expresión a una de dureza.



 
-¿A quién has pedido permiso para salir? –Pregunto nuevamente, haciéndose la fuerte, aunque sé que está mal por dentro. Me siento mal por causarle ese dolor, ya que yo desde un principio estaba dispuesto a sacrificar mi propia felicidad para verla feliz, pero ahora, ahora todo es distinto, siento algo hacia ella, algo que no es positivo.



 
-No necesito pedir permiso a nadie, que yo sepa, ya soy lo suficientemente grande como para salir a donde se me plazca –Mi madre cerró los ojos con fuerza por varios segundos, como si se estuviese conteniendo de hacer algo.



 
-Lo siento Niall, pero mientras vivas bajo el mismo techo que yo vas a seguir mis órdenes, y eso implica pedirme permiso cuando quieras salir a cualquier lugar –Apreté mis puños con fuerza, volviendo mis nudillos blancos por la fuerza que ejercía.



-Entonces prefiero largarme de esta maldita casa antes de ser un perro encerrado. ¡No recibo órdenes de nadie, mucho menos de ti! –Mi madre suspiro indignada, mientras que me observaba con los ojos cristalizados, a punto de llorar. La mire con cierto desprecio, sin sentir el más mínimo remordimiento por verla de esa manera.




 -¡No puedo creer que me estés hablando de esta manera! ¿¡Que está pasando contigo!? –Grito mi madre, poniéndose algo histérica.



 
-A mí no me pasa nada, mejor dime tu madre ¿¡Que mierda pasa contigo!? –Mi madre se acercó a mí con paso amenazante. Yo me quede estático en mi lugar, sin moverme ni un centímetro.



 
-¡No soporto que digas groserías en mi presencia, ya te lo había dicho, Niall! –Rodee los ojos. Estaba tratando de evadir el tema nuevamente, tan típico últimamente en ella.


 

-¿Sabes qué? No entiendo ni siquiera porque estoy aquí perdiendo mi tiempo contigo. Es obvio, siempre trataras de ocultar la maldita verdad ¿No es así? ¡Joder, eres de lo peor! –La mano de mi madre impacto fuertemente en mi mejilla derecha, provocando que mi rostro se girara automáticamente hacia un lado. Me toque con la mano la parte lastimado, mientras que observaba a mi madre con asombro e incredulidad. Jamás, en mi maldita vida, ella me había pegado.


 

Mi madre tenía lágrimas en los ojos, mientras que me miraba con culpabilidad.



 
-Niall, cariño, yo... Lo siento. No quise... -Mi madre se acercó a mí, pero yo retrocedí un paso, quedando lejos de ella. Aun no creía lo que había pasado, ni siquiera el dolor de la cachetada, lo único que me duele ahora mismo es el corazón. Ella intento poner su mano sobre mi mejilla, pero rápidamente y con brusquedad, aparte su mano.



 
-¡No más! –Grite, sintiendo un nudo en la garganta – ¡Me largo, no aguanto estar un segundo más en esta casa, no aguanto estar a tu lado! –Cogí mi chaqueta, la cual reposaba en el perchero. Estaba a punto de salir, pero la voz de mi madre me detuvo.



 
-¡Niall, por favor, por favor no te vayas! ¡Hablemos las cosas! –Le escuche sollozar. No quise voltearme a verla, porque sé que la imagen quizás pueda devastarme.



 

Juego de venganzas -NarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora