Capítulo 39.

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Niall


 

El mundo giraba a mí alrededor, las semanas pasaban con lentitud, los días transcurrían tan monótonos y pesados como siempre, las horas avanzaban cada vez más dificultosas. Todo era igual, todo era tranquilo y callado, todo era sereno y silencioso... a excepción de mí.


 

En el silencio de aquella habitación, entre las sabanas mal acomodadas sobre mi cuerpo y el llanto resonando guturalmente en cada rincón del espacio, estaba yo. Y también estaba mi corazón, y mi alma, y cada pedazo de mi cuerpo rompiéndose con el pasar del tiempo, derrumbándose sin que pudiese hacer algo para detenerlo, porque no tenía las fuerzas suficientes como para levantarme.


Y aunque mi garganta doliera y ya no me saliera la voz, seguía llorando suavemente, hundiéndome en mi propio dolor, dejándome consumir por los recuerdos, por las imágenes, por los momentos vividos que se quedaron marcados en mi piel, en mis labios, en mi pensamiento. Y todo me recuerda a él, y todo duele aún más que ayer, y aunque intente sentirme mejor no puedo evitar recaer en el mismo lugar, justo donde empecé.


Los días son tan sofocantes ahora, ahogándome cada vez más, llevándome directo al abismo, rompiéndome poco a poco, hasta desgarrar mi alma, dejándome vacío, dejando ese espacio que él se llevó, esa mitad de mi vida y de mi corazón que me arrancó cruelmente, sin anestesia, acabándome.


Siento que me ahogo, aun cuando todos siguen respirando. Todo perdió el color, el sentido, ahora solo puedo distinguir el negro, la oscuridad. Y me siento tan frío y solo, tan desdichado, tan desamparado en este mundo que no tiene sabor para mí. Y lo intento, realmente intento empezar una nueva vida, demostrarle que su partida y su traición no causó nada más que un par de rasguños superficiales en mí... pero entonces estaría mintiendo, y terminaría de romperme un poco más.


¿Por qué significa tanto para mí? ¿Por qué siento que no puedo vivir sin él a mi lado? ¿Por qué lo extraño tanto? ¿Por qué deseo besarlo y sentir su calidez presionándose contra mi cuerpo? ¿Por qué deseo tenerlo cerca solo para sentirme mejor? ¿Por qué siento que al aire se me va y que sin él no tengo vida? ¿Cuándo me aferré tan enfermizamente a su presencia? ¿Cuándo empecé a depender de su sonrisa o sus cálidos brazos? ¿Cuándo sentí que se amoldaba a mi vida? ¿En qué momento me enamoré tan locamente de él? ¿Cuándo dejé que tomara tanto protagonismo en mi vida?


Se supone que debería estar bien, se supone que el tiempo lo cura todo y que en un par de semanas estaría mejor. Pero siento que esto nunca acabará, siento que, conforme pasa el tiempo, me voy hundiendo más, y cada vez más y más profundo, ahogándome en la melancolía y la nostalgia, abriendo otra herida en mi irreparable corazón, haciéndome daño una y otra vez.


Y mientras yo estoy aquí muriéndome, él ha de estar celebrando su triunfo, celebrando que finalmente pudo tenerme como tanto quería, sufriendo y enamorado, como un pobre diablo, rompiéndome por su amor. Todo estuvo planeado desde un principio, la estrategia perfecta en manos de la persona perfecta, listo para atacar.



 
Lo hizo, consiguió tenerme a sus pies como un tonto, logró atraparme horriblemente, y le felicito, de verdad me sorprende esa habilidad suya para envolverme bajo sus trucos y encantos y meterse tan rápidamente en mi corazón. Le aplaudiría, le diría que logró su objetivo, pero aún no he terminado de sangrar, y aunque quisiese decirle que su jugada estuvo increíble y que arrasó con todo de mí como él tanto quería, no podría hacerlo.


 

Juego de venganzas -NarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora