Capítulo 42.

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Niall



-¡Cumpleaños feliz, te deseamos a ti, cumpleaños a Niall, cumpleaños feliz! ¡Que los cumplas feliz, que los vuelva a cumplir, que los siga cumpliendo, hasta el año sin fin! –Escuché ciertas vocecillas cantando en mi cabeza, haciéndose repetitivas y algo irritantes. Pensé que era un tonto sueño, pero luego esas voces se hicieron más fuerte, y entonces mi cuerpo fue zarandeado de un lado a otro, como si fuese un tipo de hamaca o algo parecido -¡Que cumpla 1, que cumpla 2, que cumpla 3, que cumpla 4, que cumpla 5, que cumpla 6, que cumpla 7, que cumpla 8, que cumpla 9, que cumpla 10...! –Fruncí el ceño sin abrir mis ojos, exténdiendo mis manos para apagar ese fastidiosa despertador que me estaba jodiendo la vida. Hasta donde sé, no me acuerdo que mi despertador tenga esas desafinadas voces cantando la canción del cumpleaños. Yo creo que esto si que es un mal sueño -¡¡...Que cumpla 11, que cumpla 12, que cumpla 13, que cumpla 14, que cumpla 15, que cumpla 16, que cumpla 17, que cumpla 18, que cumpla 19... QUE CUMPLA 20!! –Gritaron nuevamente aquellas locas voces en mi cabeza, esta vez en perfecta sincronía, logrando hacerme sobresaltar.


Mi cuerpo tembló de frío en el momento en que las sabanas fueron retiradas cruelmente de mi cuerpo, dejándome al descubierto frente a aquel tormento. Mis ojos se fueron abriendo poco a poco, y con ellos vino la sorpresa y el desconcierto al mismo tiempo.


-¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS, NIALL!!! –Gritaron muy cerca de mi rostro, intimidándome con aquellas gigantescas sonrisas. Cerré mis ojos con fuerza al oír tal estruendo y un quejido salió de mis labios, siendo lo primero que pronuncié en la mañana de mi cumpleaños. Que deprimente.


-¿Y esto qué es? –Pregunté con la voz ronca, mientras que Greg y mi madre sostenían ese grande pastel de cumpleaños frente a mí, el cual tenía una foto de mí cuando era tan solo un recién nacido que no sabía siquiera pronunciar palabra y 20 velas encendidas exactamente sobre él. Estos sonreían sin descanso, casi cegándome por el resplandor de sus dientes tan cerca de mis ojos. ¡Joder, que brillo!


-Es un pastel, ¿Acaso no ves? –Preguntó mi madre con gracia, mirando a Greg con diversión, quien inmediatamente le devolvió el gesto y empezó a reír, siendo acompañado por mi madre al instante. Aquello no me hacia gracia, mucho menos cuando me moría de frío y mi cuerpo tan solo tenía unos simples bóxer, los cuales tenían una tela lo suficientemente delgada como para hacer que muriera de hipotermia si seguía tanto tiempo expuesto.

 
-Vaya, gracias por la información, casi no me entero –Pronuncié con sarcasmo, sin una gota de emoción en este día. Greg y mi madre solo se miraron entre ellos, y en menos de lo que pensé, se encontraba riendo otra vez de mí, sin siquiera una razón lógica para ello. ¿Acaso están locos el día de hoy?


-Anda, deja el mal humor y sopla las velitas, es tu cumpleaños, debes estar feliz –Mencionó mi madre con un puchero en sus labios, a lo que Greg se unió. Ambos me miraron con aquella mirada de pesar y misericordia, pareciendo así unos cachorritos indefensos y abandonados, en busca de un alma buena y pura que los adopte. Suspiré con pesadez y conté hasta 10, diciéndome a mí mismo que no debía enojarme con ellos, que su intención era buena y que solo querían que celebraramos mi cumpleaños como una familia, los tres juntos.

 
Quizás me comporté como un tonto con ellos después de que se tomaron la molestia de hacer un pastel para mí y venir aquí tan temprano solo para ser los primeros en cantarme el cumpleaños. Ahora que lo pienso mejor, creo que actué como un idiota malhumorado. El simple hecho de que estén aquí y quieran darme sus mejores deseos en este día es increíble, así que debería comportarme bien con ellos que son mi familia, lo único que posiblemente me queda en la vida, además de mis amigos.

Juego de venganzas -NarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora