Capítulo 31.

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Niall


 

Ladeé la cabeza y me crucé de brazos, mientras que Harry miraba a su amigo y luego me miraba a mí, con un claro nerviosismo que se podía reconocer a metros de aquí. Su mirada expresaba temor, algo indescriptible que no supe de qué manera interpretar. Parecía mudo, abría la boca para hablar pero nada salía de ella, era como si las palabras se le hubiesen quedado atoradas en la garganta, y además de eso, estaba sudando a chorros.


 

Su comportamiento me estaba levantando una leve sospecha, y también esa mirada socarrona y maliciosa que su amigo me está dedicando. Hay algo encerrado aquí.


 

-¿Y entonces? ¿Me dirás? –Pregunté un poco fuerte, ya con algo de impaciencia, mientras que Harry daba un pequeño brinco en su puesto, despertando de su sueño.


 

Harry parpadeó un par de veces y luego tragó saliva. Su mirada se encontró con la mía y yo solo enarqué una ceja con suspicacia, intimidándole un poco. Este forzó una sonrisa y luego, después de mucho tiempo, se decidió por hablar.



 
-¿De qué mentira hablas? ¿Qué escuchaste? –Preguntó con nerviosismo, con una falsa sonrisa en los labios. Aunque intentara parecer calmado y cómodo, no lo conseguía, se le veía muy nervioso.


 

-Estaban hablando de una mentira, algo, no sé qué, pero estoy seguro que escuché eso. Entonces... ¿Qué significa? –El amigo de Harry, Michael, palmeó su espalda y le sonrió con pena, mientras que Harry le correspondía con un movimiento de cabeza y luego se giraba hacia mí, con una pequeña sonrisa inocente


-Escuchaste mal, bebé -Éste se acercó a mí e intentó pasar su brazo por mis hombros, pero antes de que pudiera si quiera acercarse más, le di un leve codazo, haciendo que este se separara al instante.


Su ceño se frunció de inmediato y una mueca se dibujó en su rostro. Me quedé con los brazos aun cruzados, mientras que le enviaba una mirada interrogante a Harry, quien piensa que soy un tonto. No lo soy, y escuché muy bien. Además, con el tono en que lo hablaban, sé que no es cualquier cosa.



 
-No me toques, no hasta que estés dispuesto a decirme de que hablaban –Harry enarcó una ceja y me miró con gracia, quizás buscando algún indicio de broma o burla. No estoy jugando.


 

-Dios, ¿Por qué te pones tan mal por eso? Bebé, solo estábamos hablando de unos asuntos sin importancia –Sonreí con ironía y rodeé los ojos, antes de caminar lejos de él, hasta su auto. Sabía que este me seguía de cerca, podía escuchar sus fuertes pasos detrás de mí.


-Sí, no interesa, no me digas nada –Me metí en su auto y esperé a que este llegara. Desvié la mirada a la ventana y me recosté en esta, sintiendo por última vez la mirada furtiva de Harry, antes de que este encendiera el auto.



 
Me dio un poco de enojo el hecho de que Harry continuó conduciendo, sin siquiera darle importancia a mi ira, ignorando mis horribles ganas por saber de qué tema estaba charlando con su amigo. No le importa nada, eso me queda muy claro ahora.


 

Bufé y luego gruñí un poco, mientras que miraba de reojo a Harry, a ver si este se dignaba a ponerme un poco de atención. Lo único que este hizo fue acomodar su cabello, sin siquiera enviarme una sola mirada que me indicara que estaba al tanto de mi ira.
Eso me cabreó un poco, así que carraspeé con fuerza, buscando que esta vez Harry si me mirara o al menos preguntara que me pasaba. Pero nada, el muy insolente solo bostezo y sonrió levemente, haciendo que unas ganas poco sanas de estrangularlo me invadieran de repente.


 

Juego de venganzas -NarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora