Capítulo 20.

940 65 41
                                    

Niall


Mis manos estaban temblando con descontrol, mientras que sentía mi corazón latir a mil por segundo. Estaba fuera de casa, con la mano en el pomo y la respiración un tanto agitada. No sabía si iba a poder soportar entrar allí, pero es hora de que deje de ser tan cobarde. Tengo que hacerlo.


Ni Daniel ni Louis me acompañaron, ya que les pedí encarecidamente que no lo hicieran. Esto es algo que debo enfrentar solo. Además, no creo que me vaya tan mal después de todo, quizás salga bien. Eso espero.


 El pobre Louis estaba completamente destrozado. Hace unos minutos fuimos a dejarlo a casa y este tenía los ojos hinchados y rojos. Me parte el alma verle de esa manera, pero lo que más me duele es que fue casi por mi culpa. Si yo no hubiese ido a aquel "Encuentro" con el imbécil de Harry, quizás eso no hubiera pasado, pero como todo idiota que soy, no tome precauciones y caí, caí como un pendejo.


Menee mi cabeza de un lado a otro, tratando de apartar todos los pensamientos que me recordaran a Harry. No quiero pensar en él todavía, después pensaré en su venganza, por ahora debo ocuparme de otros asuntos.


Tomé un poco de aire y me preparé mentalmente para ver la cara de mi madre y de aquel hombre después de toda una semana. No me sentía preparado, pero tenía que hacerlo de todos modos, no puedo estar escondiéndome más, es algo inmaduro de mi parte.


 Con la mayor lentitud posible, gire el pomo, dejando a la vista mi querida casa. Inmediatamente el olor a limpieza y a rosas se internó por mis fosas nasales, haciendo que una pequeña sonrisa se dibujara en mis labios, y la nostalgia me invadiera de repente. Sé que no llevo mucho viviendo en esta casa, pero he aprendido a amarla en poco tiempo.


Cerré la puerta detrás de mí y me adentre en la casa. No sé si es mi imaginación, pero parece diferente. Aunque puede ser porque llevo fuera algún tiempo.


Caminé con lentitud y cierto miedo por el pequeño pasillo que lleva a la sala. Llegué a esta, pensando que quizás mi madre estaría sentada en un sillón, pero vaya sorpresa me lleve de que no era así, estaba vacío. Quizás está trabajando.


 Me encogí de hombros y me acerque a la chimenea, donde reposaban algunas fotos de la familia. Sonreí con amargura al ver una foto de mi madre y yo, juntos en el parque, con cientos y cientos de palomas a nuestro alrededor. Esos eran tiempos buenos, tiempos en los que mi madre y yo nos teníamos e uno al otro y estábamos unidos. Ahora no es así, todo es distinto.


Sentí una punzada en mi pecho cuando vi la otra fotografía. Era una de mi padre y yo, juntos pescando en el lago de Mullingar. Recuerdo que ese día mi padre logró atrapar un gran pez, y que al momento de subirlo al bote este me cacheteo con su cola y me aventó al agua. Mi padre se arrojó al lago rápidamente y logró sacarme intacto. Ese día estaba muy preocupado por mí.


 Una cálida lágrima se deslizó por mi mejilla, mientras que dejaba el cuadro en su lugar. Sorbí por la nariz y me quede allí parado, sin saber qué hacer. De repente, escuché un gran estruendo a mis espaldas. Di un respingo del susto y me gire inmediatamente para ver de qué se trataba.


Greg me miraba desde el marco de la habitación, sus ojos abiertos como platos. Uno de los platos de mi madre yacía en el suelo, hecho trizas, ya que por la sorpresa el muy idiota lo dejo caer.

Juego de venganzas -NarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora