Capítulo 36: Misterio resuelto

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Me desperté, sorpresivamente, casi al mismo tiempo que Guido. Me acordé de lo de ayer y no pude evitar que una sonrisa se dibuje en mi rostro. Ningún amigo es igual de bueno que él, y lo digo de verdad.

-¿Qué hora es? -preguntó con voz ronca-.

Me reí al ver su melena más despeinada de lo normal. Me acerqué a él y lo peiné un poco con mis dedos.

-Tengo el celular en tu pieza, qué garrón ir hasta allá.

-Está ahí tu celu. -señaló una mesa en la que estaba mi celular-.

-Pero si yo lo dejé allá, arriba de tu cama. -fruncí el ceño-.

Me estiré para agarrar mi celular y comenzar a revisar las conversaciones de Whatsapp y Facebook, e incluso miré lugares como la música y las notas, mas no había nada extraño. Todo bien, hasta que revisé la galería y no podía creer lo que estaba viendo.

-Guido, mira esto...-susurré-.

Él se acercó y le mostré las fotos. Sí, nos habían sacado fotos mientras dormíamos juntos. Eso significa que alguien agarró mi celular. Eso significa que ayer había alguien en esta casa.

-No puede ser...

-Sí, puede ser rubio, está pasando. Voy a analizar cada parte de las fotos y de mi celular a ver si encuentro algo.

-Bue, ahora sos del FBI vos.

Lo miré enojada y él sólo se rió. Bueno, me terminé riendo con él, y mientras Guido preparaba el desayuno yo miraba bien las imágenes. Eran bastante tiernas. Bueno, me calmo, no es momento de decir eso. Hice zoom en una de las fotos, y se veía en el espejo que había cerca de nosotros que era una chica. Hice más zoom ahí, y era la misma chica que entró a mi casa. Llevaba distinta ropa, pero lo increíble de todo esto es que la ropa me resultaba conocida. Miré su remera, y ahí me cayó la ficha. Esa remera color beige cualquiera la podría reconocer. Era la remera que le regalé a Melina por nuestro aniversario de amistad. Imposible no acordarme. ¿Cómo no se me pudo ocurrir antes que era ella la causante de todo esto? Ella me odia, pero, ¿para qué iba a querer fotos de mí y Guido? Y de repente, se me aclaró esa duda. No, no podía ser cierto.

-____, Patricio me acaba de enviar un mensaje. -me miró Guido-.

Me vibró el celular, y casualmente a mí también me llegó un mensaje de Patricio, en donde me decía "no pensé que eras tan regalada". Tragué saliva.

-¿Qué dice? -le pregunté al rubio-.

-Son las fotos que me mostraste vos...y un "olvidate de que soy tu hermano".

Mordí mi lengua para no gritar.

-Armido, sentate conmigo, la policía ____ ya averiguo todo. -dije seriamente-.

Le expliqué todo lo que logré deducir y descubrir.

-Es ella, estoy más que seguro. Y encima me estás diciendo que le gusta Patricio, es más que obvio que nos sacó las fotos para mandarselas a él y que su relación o lo que quedaba de ella se arruine. Qué mina de mierda.

-Qué bronca, ¿ahora cómo le explicamos todo a Patricio? Conociendolo, va a flashear colores donde no los hay. -suspiré agotada de todo esto-.

-Hagamos algo, que el lechuga se encargue de que vaya a su casa y después vamos nosotros sin que él sepa. Y bue, ahí aprovechamos para explicarle todo.

-Dale, ahora lo llamo entonces. -agarré mi celular-.

-No, quedate tranqui que yo me encargo, vos anda a desayunar.

Sonreí de lo caballeroso que era, y mientras yo me iba a desayunar, estaba escuchando la conversación. Parece que íbamos a ir al mediodía, así que tenía tiempo para prepararme y demás. Suspiré del cansancio y una vez que Guido cortó la llamada, la cuál ya bastante tiempo llevaba, me acerqué a él.

-¿Le explicaste todo? ¿Al final vamos al mediodía?

-Sí y sí. -sonrió el rubio-.

La verdad que no sé cómo hacía para sonreír siempre. Sólo espero que esa sonrisa no se borre nunca.

-Ah bueno, y otra cosita antes de irme, ¿qué vamos a hacer con Melina?

-Supongo que hacer la denuncia en la comisaría, es obvio eso. ¿Te vas? Quedate acá, todavía no pusimos las cámaras en tu casa. -me dijo con preocupación-.

-Voy a buscar ropa para ir a casa de Cuty, mirame como estoy. -dije entre risas, señalandome de arriba a abajo-.

-Bueno, mal no estás, pero dejas ver mucha piel, así que dale, vamos que yo te llevo. -se rió-.

-Por eso te quiero. -le di un beso en la mejilla-. Pero primero desayuna algo.

Él nuevamente se rió, contagiandome su risa. Si hay algo que amaba, era lo contagiosa que era su sonrisa. Bueno, mientras él desayunaba, me peiné un poco y revisé mis redes sociales. Cuando terminó de desayunar, salimos para allá en su auto.

-No sé cómo voy a hacer para verlo a Patricio después de todo. -solté de la nada-.

-Tranqui, no penses en eso. Vos sólo actua natural, como si nada de eso hubiera pasado aunque por dentro sepas la verdad. Además no te olvides de que Cuty y yo vamos a estar ahí apoyandote. -dijo con su vista fija en la carretera-.

-Gracias rubio, no sé qué haría sin vos.

Él se limitó a simplemente sonreír, y el auto se estaciono. Habíamos llegado ya, demasiado rápido para mi gusto.

-Bueno, menos mal que me trajiste, esperame acá que ya vuelvo. -le di un sonoro beso y me adentré a mi casa-.

Entré con una llave que tenía escondida ya que yo había salido por la ventana. Apenas entré, empecé a revisar cada rincón de la casa para ver que todo esté en orden. Por suerte sí. Agarré una mochila y empecé a meter varias cosas, mientras pensaba en todo. Incluso, estaba pensando en Guido, y ni yo sé la razón. Se estaba comportando muy bueno conmigo. Es decir, siempre fue bueno, pero ahora nos estábamos conociendo más a fondo y demás. Dejé de lado mis pensamientos y una vez que terminé de poner todo lo necesario en la mochila, agarré las llaves, salí y cerré la puerta, asegurandome de que esté bien cerrada. Prácticamente corrí hasta el auto del rubio, no quería hacerlo esperar mucho, aunque bueno, ya bastante lo hice esperar. No me sorprendería si voy y él ya no está, pero, me equivoqué, aún estaba ahí, esperando con una sonrisa. Entré al auto y me miró extrañado.

-¿Qué llevas en esa mochila? ¿la casa entera? -preguntó entre risas, señalando con su dedo índice mi gran bolso-.

-Más o menos. -me reí con él-. Gracias por esperarme.

Él me sonrió y arrancamos el auto hasta su casa. El terror aumentaba más al acercarnos a la casa del rubio. Apenas llegue, tenía que prepararme lo más rápido posible y partir a la casa de Cuty, y esa era la razón por la cuál no quería llegar. Pero bueno, ya habíamos llegado.

Tu locura [Pato Sardelli]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora