Capítulo 6: Mi héroe.

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Desperté a las 14:07 pm, supongo que necesitaba descansar después de todo esto. Desayuné algo sencillo y me puse a limpiar la casa, ya que hoy venían los chicos y tenía que estar presentable. Puse algo de música y continué con lo mío, hasta que al fin terminé de limpiar. Quedé agotada. Faltaban como dos horas para que los chicos vengan, pero ya quería empezar a arreglarme, porque ansiosa siempre, obvio. Me di una ducha larga y lavé mi cabello. Mientras se secaba, decidí qué ponerme, y opté por una remera algo ajustada en color blanca con una calavera negra, y unos jeans negros rotos, junto con mis botas negras. Me delinee, apliqué rimel y un labial natural, y ya estaba lista. Faltaba una hora para que lleguen los chicos, ¡soy una apurada!

Me perfumé un poco, y tocaron el timbre. ¿Quién podría ser? Melina tiene las llaves de mi casa, le dije que podía entrar si quería, así que no creo que sea ella. Me acerqué a la mirilla y era nada más ni nadie menos que Patricio. ¿Y este qué hace acá? Me temblaban las manos, pero decidí abrirle, no quería quedar como mala onda.

-Te debes preguntar que corno hago acá, pero la cosa es que los pibes me insistieron en que venga a ayudarte con las cosas, y bueno. -me dijo, ni bien abrí la puerta-.

-No te preocupes Pato, todo bien, pasa tranqui.

Me hice a un lado para que él pase.

-Pero antes, un beso. -me besó la mejilla y pasó tranquilamente-.

El corazón me empezó a latir más de lo normal, me mordí el labio, qué lindo que es. Cerré la puerta, y me convencí de que no actúe tan obvia. Disimula ____, disimula.

-Che, quería aclararte lo que pasó en mi casa, eso de que dormimos juntos. Perdoname, yo estaba medio borracho, sino no lo hubiera hecho. Prefería aclarartelo en persona.

-No te preocupes Patito, está todo bien, sabía que estabas en pedo. -sonreí-.

-Te traje la camisa. -me la dió-.

Le agradecí con una sonrisa.

-Bueno, cambiando de tema, ¿qué hacemos de comer?

-Nos quedamos sin tiempo, así que lo mejor es hacer algo simple, no tan elaborado. ¿Te parece una buena pasta? -le dije-.

-Dale dale, yo la voy haciendo si querés, aunque no soy tan bueno en el tema, creo que me quedo con la música.

-Sos un bobo. -me reí-. Dale vos anda haciendola, yo voy a comprar las bebidas al súper.

-¿Querés que te acompañe?

-No tranqui, quedate cocinando, yo voy.

-Bueno, pero tene cuidado eh, mira que está oscureciendo. -me miró desafiante-.

Me muero, es un tierno. Le sonreí para tranquilizarlo, y me fuí directo al súper. Tenía razón, estaba oscuro y me da un poco de miedo, pero ya fue, estoy en la calle ya. Faltaba unas cuadras para llegar y veo a dos chicos de unos 16 o 17 con cerveza en la mano, estaban borrachos así que me alejé para que no me vean. En estos momentos desearía que Patricio estuviera acá. Llegué al supermercado, entré y compré un par de cosas que me faltaban, cerveza, gaseosa porque Gastón no toma alcohol, y un par de bebidas alcohólicas más. Pagué y caminé hasta casa. ¡Cómo pesa esto! En este momento también quisiera que esté Pato ayudandome. Parecía una tortuga caminando.

Los chicos de antes se acercaron a mí y me empezaron a decir piropos fuera de lugar.

-Maleducados, ¿tan necesitados están que tienen que agarrar chicas en la calle? Les pegaría flor de trompada pero estoy con las bolsas, así que por favor dejenme en paz. -comencé con mi sermón-.

Intenté seguir con mi camino, pero me acorrolaron y empezaron a murmurar cosas sin sentido, y de la nada, intentaron tocarme, y yo grité con todas mis fuerzas, pero nadie venía. Obvio que nadie está en la calle un domingo por la noche. Estaba sola, encerrada. Cerré los ojos con fuerza, rezando que no pase nada y un milagro ocurra. Sentí sus manos asquerosas por encima de mi ropa, y oí la voz de alguien que me resultaba familiar.

-Dejenla en paz si no quieren terminar en el hospital, giles.

Abrí mis ojos y era Pato, siempre aparece en los momentos más inesperados el pibe. Por un momento me sentí a salvo.

-¿Y qué vas a hacer vos? -dijo uno de ellos, entre risas-

Patricio los agarró a los dos del cuello, y les pegó una trompada a ambos, que los dejó sin conciencia. Parece que estaban bastante borrachos que con una trompada los bajabas. Pato se acercó a mí y me abrazó.

-¿Estás bien? ¿te hicieron algo? -me susurró al oído-.

-Llegaste antes de que termine violada, así que estoy bien, sólo me tocaron un poco pero hasta ahí. Debí hacerte caso, soy una boluda.

-Tranqui, vi que tardabas mucho y corrí a buscarte, no quería que nada te pasara, y de repente escucho un grito tuyo, y me apuré en llegar. A la próxima no te dejo sola ni un segundo eh. -me sonrió-.

Lo abracé otra vez, y antes de irnos, les pegué una patada a cada uno, mientras Patricio se moría de risa.

-No sabes pegar patadas. -me dijo mientras reía-.

-¿Ah, no? Cuando lleguemos a casa ya vas a ver Patricio.

-Era joda, era joda. -rió aún más-.

Sonreí como boluda, y caminamos hasta casa, pero ahora más rápido porque él me ayudó con las bolsas.

-Ahora sos mi héroe, Pato. -solté, y al instante me arrepentí de lo que dije-.

-Bueno, tampoco me molesta serlo. Sabes que siempre voy a estar, bobita.

Era un lindo, estaba como para comerselo a besos. Llegamos a casa, abrí la puerta, y él como todo caballero que es, me dejó pasar a mí primero. Saqué lo que había de las bolsas, y me puse a ordenar todo mientras Patricio se fijaba los fideos.

-Che ___, tengo algo que decirte. -me dijo Pato serio-.

Tu locura [Pato Sardelli]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora