Capítulo 59: La primera vez.

1K 49 14
                                    

Me desperté al sentir un peso encima mío y como mi cuerpo se movía de lado a lado. El sonido de la lluvia caer era lo que acompañaba a aquella ronca voz que repetía la palabra "despertate" sin cesar. Rasqué mis ojos para después abrirlos con lentitud, acostumbrándome a la luz de la habitación. Patricio se encontraba arriba de mí, sin remera, sus cabellos despeinados, y con sus ojos más achinados de lo normal. Se nota que se despertó hace poco. Y qué sexy se ve de esta forma. De tan sólo imaginar mi rostro ahora mismo, mis pelos enredados, el poco maquillaje que llevaba completamente corrido, me avergüenzo.

-¿Recién te levantas?

-Sí, hace unos minutos. Y te despierto porque sin vos me aburro. -me respondió con una sonrisa dulce-.

-Sos un amor. -lo abracé por la nuca-. Qué linda forma de despertarme igual eh.

Él dejó un pico en mis labios, sin dejar de sonreír.
Un hermoso día nublado y lluvioso, agregando que me encuentro junto a él, con su compañía. ¿Acaso hay algo más cercano a la perfección que eso? No lo creo.

-¿Vamos a hacer el desayuno? -me preguntó-.

-Yo quería estar más tiempo abrazada a vos...-hice un puchero-

-Sos tremenda. -se rió-. Para eso tenés todo el día y todos los días.

-¿Todos los días? -cuestioné extrañada-.

-Obvio. No puedo pasar un día sin uno de tus abrazos.

-Basta, me pones roja. Estás muy tierno. -tapé mi cara con mis manos, ocultando mi sonrojo-.

-Dale, deja de sonrojarte y vamos. -me destapó la cara y prácticamente me obligó a levantarme de la cama-.

Y así lo hice. Me encontraba caminando hasta la cocina, seguida por Patricio.

-Mira que a mi no me molesta que estés sin remera, es una vista agradable, pero ponete algo que te vas a enfermar. -lo "regañé" mientras agarraba las tazas, que por cierto, las dejé fuera de la alacena para así poder alcanzarlas-.

Él soltó una carcajada por mi comportamiento. Me limité a mirarlo con cara de pocos amigos y así, de esa forma, obedeció. Es un idiota. Igual lo quiero así. Aunque....¿lo quiero o lo amo? no sé cuál de las dos decir.
Uh, ya empiezo con los debates mentales. Relaja ____, relaja el cerebro. Patricio me abrazó por la cintura, ahora con un pulóver, mientras yo hacía el desayuno. Apoyó su cabeza en mi hombro, observando. Mordí mi labio inferior, sintiendo un estremecimiento, una electricidad, una corriente que me recorría de pies a cabeza, sacandome de eje. ¿Por qué será que me causa todo esto si es un simple abrazo? Es inexplicable lo que me hace sentir este hombre con tan sólo verlo. Terminé de hacer el desayuno, pero no quería alejarme de él. Me dí media vuelta, quedando frente a frente. Lo miré a los ojos, aquella penetrante mirada. Nunca me gustó la oscuridad; me da miedo. Pero en sus ojos...lo pierdo en su totalidad. Quiero morir de temor en aquella oscuridad de sus ojos, por favor. Ninguno de los dos rompió el contacto visual. Bueno, yo lo rompí, porque ahora mi vista se encontraba en aquellos deseables labios. Besame, besame Pato, decía en mi mente. Se acercó más a mí, haciendo que me siente en la mesada y enrede mis piernas en su cadera. ¿Por qué no me besaba? Quise decir algo, pero me calló. Y no con sus labios, como hubiera querido, sino que apoyando delicadamente su dedo en mi boca.
¿Será que me intenta decir algo? ¿Será que llegó el momento de que yo tome la iniciativa en las cosas, por primera vez en todo esto? Entreabrió sus labios, como esperando que yo sea quien dé el primer paso. Y finalmente no me resistí más; lo hice. Lo besé. Y no había cosa mejor que eso. Lo abracé por el cuello, profundizando la unión. Por primera vez era yo quien lideraba la situación, y si digo que no me agrada estaría mintiendo. La danza de nuestras lenguas era la que más me gustaba bailar. Pero, al cabo de unos segundos, y debido a que necesitábamos un poco de aire, nos separamos. Pude sentir como la sangre subía a mis mejillas. Instintivamente me dirigí a su cuello con inevitable timidez. ¿Estoy haciendo esto de verdad? Dejé un camino de besos y leves mordidas en su cuello y mandíbula. Un gemido casi inaudible salió de su boca. Pero, el desprevenido sonido del teléfono fijo nos hizo alejar bruscamente. No quería ir a atender. No quería separarme por completo. La idea de tenerlo todo para mí, a mi poder y mi disposición, me gustaba tanto que no quería terminar este juego tan rápido. Pero, quizás era algo importante, así que me bajé de la mesada y fui directo a atender.

-Hola, ¿quién habla? -dije al contestar, intentando sonar lo más normal posible, recuperando la respiración y la razón-.

-Buen día, la llamamos de Movistar para ofrecerle el nuevo plan de...

Ni bien empezó a hablar de su, para mí no muy importante oferta, colgué el teléfono. ¿Tanto sacrificio para que al final sea Movistar? Nos arruinó el momento...el tan preciado momento. Me giré a ver a Patricio, quien se encontraba con sus labios hinchados y rojos, junto con unas visibles marcas en su cuello. Me encanta haber sido la culpable de eso.

-Era Movistar. -le informé con el ceño fruncido-.

-Qué ganas de hinchar las bolas tienen. -se quejó, y de esa forma, se veía más lindo aún-. Vamos a desayunar a la cama.

Asentí con la cabeza, mientras intentaba dejar a un lado las ganas de continuar con lo empezado. Quizás, el café me despiste un poco, pensé. Me senté en la cama, con mi vista fija en la ventana, observando a la lluvia caer y con mis manos en la taza caliente. No quería mirarlo. Sé que perderé el auto control que ahora había recuperado. ¿Está bien hacer esto? ¿Voy por el camino correcto? A estas alturas, ya no sé nada.
¿Qué somos nosotros dos? ¿Me quiere como yo lo quiero? ¿Me necesita como yo lo necesito? Cada segundo que pasaba, era una duda más para mí "colección".

-¿Por qué me evitas ahora? Estábamos bien. -rompió el hielo-.

-¿Eh? No te estoy evitando. -mentí, sin hacer contacto alguno-.

-Nunca supiste mentir bien.

-Y vos nunca supiste ser directo. -se la devolví-.

-¿Qué te pasa?

-Nada Pato, nada. Solo estoy algo confundida.

-¿Confundida sobre qué? -preguntó-.

Me volteé a verlo...

Tu locura [Pato Sardelli]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora