-Nada, ya pasó. No hablemos de eso, por favor. -evadí el tema-.
-Bueno, pero si cambias de opinión y me querés decir, no lo dudes.
Hice una media sonrisa y al terminar mi café, lo dejé en la mesita que se encontraba cerca de la cama. No sé cómo, ni cuándo, pero mis ojos se cerraban cada vez más, y casi sin darme cuenta, caí dormida en su pecho.
[...]
Era de noche cuando desperté. No pensé haber dormido tanto. Será que quien necesitaba tomarse un descanso era mi cerebro, después de tantas dudas y confusiones que parecían una tortura. Miré a mi lado y Patricio no estaba. Rezaba para que él no se haya ido, necesitaba pedirle disculpas por no sé qué cosa que hizo que nos pongamos un poco distantes. Me levanté de la cama, y el primer lugar al que fui fue la cocina. Pero, él no estaba ahí. Tampoco en el baño. Menos en el living. Me estaba rindiendo y perdiendo las esperanzas, hasta que fui al jardín. Y lo ví. Ahí estaba Patricio, sentado en el pasto, dejando que las frías gotas de lluvia caigan sobre él. Me pregunto qué hará acá. Su cabello se encontraba tan mojado que goteaba en pequeñas cantidades, y su ropa no estaba del todo seca que digamos, pero, eso parecía no importarle. Me acerqué en silencio, sentándome a su lado. Respiré el agradable olor a lluvia y a tierra mojada; qué linda es la naturaleza, pensé, pero a su lado, la admiro más. Pato agarró mi mano, dándome de su calor, que por más poco que sea, significaba mucho entre tanto frío. Lo miré, me miró. Me sonrió, le sonreí. No quería volver a tocar el tema de antes, parece que nos reconciliamos de la nada, sin siquiera dirigirnos la palabra. Puede que la solución a los problemas sea dormir una siesta juntos. Me paré de mi lugar, abriendo los brazos, dando vueltas, sintiendo la lluvia y volviéndome uno con ella. Siempre hacía esto, es divertido.
-Te vas a enfermar. -me advirtió Pato-.
-Si pensas que vas a enfermarte, pasará. Veni conmigo, no seas anti.
Al principio lo dudó, pero se terminó por acercar. Siempre lo pensé, a las personas felices no les importa mojarse con la lluvia. Cerré los ojos, escuchando la risa de Patricio, ahora en mi oído. No sé cómo fue que pasó, pero, pisé mal y me fui directo al suelo. Él cayó sobre mí, como si todo estuviera planeado desde un principio. Lo miré a los ojos y...no de nuevo, no otra vez, repetía en mi cabeza. La luna se reflejaba en ellos. Él se acercó más a mí, mojandome con las gotas que caían de su pelo. Rozó sus labios con los míos, causando que olvide lo que es la estabilidad emocional. Pero, no quiero que esto sea sólo esto. Besos, algún que otro encuentro apasionante, pero eso. Sólo eso. Nada más. No es lo que yo quiero entre los dos (aunque no sepa del todo qué es lo que quiero). Cuesta terminar con el juego, sin siquiera perder o ganar, pero me separé. Ya no quiero besos sin valor. Me fui bajo el techo, lejos de la lluvia y de él. Patricio se limitó a hacer una simple mueca, quizás no entendiendo pero entendiendome a la vez. Agarró una toalla para secarse. Sin decir una palabra, me empezó a secar a mí también. Sólo miradas formaban nuestra comunicación, y no me quejo al respecto. Hay silencios que me agradan. Mirarlo y que me mire es algo que también me gusta. Fuimos adentro, notando al instante el cambio de temperatura del ambiente. Muy cálido, después de la frialdad de afuera.
-Quiero hablar con vos. -rompió el silencio-.
-¿Sobre qué? -pregunté un poco asustada-.
Nos sentamos en el sillón. Me asustan esos "quiero hablar con vos", o esos "tenemos que hablar". Ni siquiera yo sé por qué soy tan paranoica, tan así. Pato no decía nada, puede que esté pensando la forma de decirme aquello que me quiere decir. No sé la razón, pero tengo un raro presentimiento.
-Mira, hace un tiempo que quiero hablar de esto, pero no encuentro el momento indicado. -comenzó-. Y sé que este tampoco es el lugar perfecto, pero ya no aguanto el guardarmelo.
-¿Qué Pato? No des vueltas. -lo tomé de las manos-.
-Es que es un tema complicado...y más para un tipo frío como yo. No puedo decirlo de una.
-Me estás asustando ya.
Estábamos dentro de todo bien. ¿Por qué de la nada, sin previo aviso, tiene que pasar esto? Y por lo que veo, no es hablar de cualquier cosa. Cosas malas sólo pasaban por mi mente, aunque sé que eso no está bien. No tengo que deducir, sólo esperar, me repetía a mi misma una y otra vez. Patricio aclaró su garganta.
-Últimamente estuve pensando en vos...en mí. En nosotros. -dijo con el brillo de la luna aún en sus ojos-.
Tragué saliva con nerviosismo. ¿Este tema tenía que ser?
-Y no sé...me puse a pensar en las cosas y me pregunté qué es lo que somos vos y yo. Porque si me decís que sólo somos amigos me estarías mintiendo. Yo siento otra cosa. Desde el día que te vi en ese recital siento otra cosa. Pero hace poco me di cuenta de eso. Me di cuenta de que me haces bien, muy bien. Que desde que estoy a tu lado soy otro. Ya no tengo problemas con el alcohol como antes, ya no ando de boliche en boliche todas las noches, ahora puedo decir que tengo una vida normal, la que tendría que tener. No sé, no sirvo para estas cosas, pero creo que se entendió lo que quise decir. No me voy a forzar a ser otra persona que no soy, a ser romántico y todas esas cosas. Ya me forcé a serlo y las cosas no funcionaron. Sabes que no soy así. Quiero ser yo. Por eso te lo digo acá, en este momento, en este lugar. Me gustas. Mucho. Nunca sentí esto por alguien, algo tan fuerte. Yo a vos te quiero y lo demás me da igual. Las demás, mejor dicho. No sé qué tenés que te hace distinta al resto y por eso me gustas tanto. -confesó pausadamente, dejándome completamente muda-.
Alguien que me pellizque. ¿Esto es un sueño? No, no lo es, esto es real. Estaba pasando de verdad. No me salían las palabras de la boca. Sé que ya me dijo algo como esto aquella vez, en aquél viaje, pero siento que esta vez es real. No necesitó un ambiente cursi, nada de velas ni traje. Esto es él, sin fingir ser otro. Es sinceridad en su estado más puro. No tenía nada más que decir, sólo lo abracé. Él no tardó en corresponder ese abrazo. Lo abracé y cerré mis ojos, dejando a entender todo sin articular una palabra. Nos quedamos así por un rato largo, ninguno de los dos quería romper la unión.
-Decime que sentís lo mismo que yo. -me dijo al oído, aún abrazándome-.
Lo abracé más fuerte después de eso.
-Desde que te conocí lo siento.
Nos separamos de ese largo y cálido abrazo. Nada ni nadie me quitaría la sonrisa del rostro.
-¿Novios? -me preguntó-.
-Novios.
Esa palabra sonaba tan bien viniendo de su boca. Miré al cielo por la ventana, y justo, una estrella fugaz se hizo visible. Crucé los dedos con disimulación, pidiendo mi deseo. "Que este momento dure para siempre".
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Tu locura [Pato Sardelli]
Fanfiction¿Qué harías si conoces a tu ídolo, luego de tanto tiempo esperando, pero las cosas no resultan como vos esperabas? El amor nunca es fácil, el amor al final del día siempre duele, y eso ____ lo tiene más que claro. Dicen que después de la tormenta sa...