Capítulo 53: El plan dió su fruto.

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Era el hombre misterioso, aquél tipo con mala pinta. Nos estaba mirando fijamente y no paraba de hacerlo. ¿Vieron cuando uno se queda tildado, pensando en sus cosas, y sin darse cuenta está mirando a una persona? Bueno, así, de esa forma. Observé a Guido, quien tenía la misma expresión de incomprensión en su rostro que yo. Cuando quisimos ver dónde estaba el desconocido, desapareció. Ya no había rastro alguno de él. Eso fue bastante turbio. Decidimos volver al auto de una vez por todas y terminar con este plan, que espero que nos dé las pistas que necesitábamos. Me senté y di un largo suspiro.

-Lo único que vi es su beso y nada más que eso. Escucho sus explicaciones. -habló Cuty-.

-Te la hago corta, sin vueltas. Jessica estaba comprandole a un tipo misterioso una cosa misteriosa. No nos dimos cuenta de que el chabon misterioso y Jessica se acercaban, entonces no supimos que hacer y de la misma desesperación la única opción que se nos ocurrió fue besarnos para ocultar nuestros rostros. Pero, el hombre misterioso se nos quedó mirando y después desapareció de la nada. -expliqué pausadamente-.

-Dijiste mucho ''misterioso''. -se rió el rubio-.

-Lo importante es que se entendió. ¿Y qué había en la bolsa?

-No sé. Era algo redondo, grande y color piel.

-Apa la papa. -dijo Guido-.

-Uh, ya lo malpensas todo vos. -le pegué en el hombro con suavidad-.

-Bueno, vamos a casa de Guido y pensamos bien en las pistas encontradas.

-Dale Cuty. Por suerte el plan salió de diez puntos. Es decir, no nos descubrieron ni nada.

-Si no me hubiera dedicado a la música estaría siendo espía o algo por el estilo. -bromeó Armido-.

-No te veo como espía a vos. -me reí, imaginandomelo todo-.

-Qué mala que sos.

-No, en serio, pasa que tenés cara de ángel, de nene. Además los espías son serios y vos vivis sonriendo. -le dije mientras le acariciaba la mejilla-.

Él me sonrió como sólo a él le salía y luego de unos segundos, sin darnos cuenta, ya estábamos frente a su casa. Ahora nos tocaba debatir todo esto, charlar y dar nuestro punto de vista de cada parte del plan. Nos bajamos del auto en silencio y mientras Guido se encargaba de abrir la puerta de su casa, yo no dejaba de morder mis uñas gracias a los nervios que me estaban carcomiendo. De tan sólo pensar en todo esto y el supuesto bebé el estómago se me revolvía. Entramos a la casa y mientras el rubio preparaba café batido, Gaston y yo nos fuimos a sentar en el sillón. Reinaba un incómodo silencio en el ambiente. Dale rubio apurate, pensé, mientras no dejaba de mover mi pierna derecha.

-Calmate que me pones nervioso a mí también. -dijo Cuty con una media sonrisa-.

-¿Cómo querés que me calme? Dale, pasame la macumba o la magia negra que practicas para mantener la tranquilidad porque a mí no me sale.

Gastón soltó una pequeña risa mientras agitaba su mano en señal de que dejemos las cosas hasta ahí. Luego de un rato, Guido apareció con las tres tazas de café. Era hora. Se sentó en el sillón del frente con una expresión de disgusto.

-¿Qué pasa? -pregunté con el ceño fruncido-.

-Veni, sentate conmigo. Me acostumbré a sentarme con vos. -soltó el rubio mientras rascaba su nuca-.

Gastón llevó una mano a su frente y yo estaba por hacer lo mismo. Este chico no tiene remedio. Negaba con la cabeza mientras me levantaba de mi asiento en dirección al sofá en el que estaba Guido. Me senté a su lado y ahora sí, sin más interrupciones, íbamos a comenzar con el debate. Tomé una gran bocanada de aire y me preparé mentalmente para lo que se viene; el plan parte dos.

Tu locura [Pato Sardelli]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora