Ahí estaba él, sin delineador en sus ojos, la melena suelto, sus labios tentadores en forma de corazón, y no podía faltar su vestimenta rockera.
-Te ves muy chinito sin delineador. -dije apretandole suavemente los cachetes de una forma tierna-.
-Qué linda forma de saludarme. -dijo con una sonrisa que achinaba sus oscuros ojos aún más-.
-Ahora te ves más chino que antes. -sonreí-.
Nos dimos un beso en la mejilla como saludo y optamos por ir a su auto de una vez. Me ponía bastante nerviosa estar a su lado, como una amiga, después de todo lo que pasó entre nosotros. Bueno, saben que su amor todavía me causa descargas eléctricas, y esa es la razón que me ponía nerviosa. Quizás a él ya no le pase eso. Bueno, decidí dejar ese tema de lado. Abrió la puerta del acompañante para que yo pueda pasar, todo un caballero. Rodeo el auto, abrió la puerta y entró al asiento del conductor.
-¿Cuánto tiempo vas a estar en casa del rubio? -preguntó de la nada mientras arrancaba el auto-.
Empecé a contar con los dedos los días.
-Quizás unos dos, tres o cuatro días más. No sé exactamente, es hasta que a Faustino se le de la gana de poner las cámaras de seguridad en mi casa. Se ve que anda ocupado con qué sé yo. -respondí mientras lo miraba-.
-Ah bueno, si querés podes quedarte en mi casa.
-No tranqui, no me jode estar con él. Además ya lleve todas mis cosas a su casa y alto garrón hacer esa mini mudanza de nuevo. -dije bastante nerviosa-.
La realidad es que, me ponía los pelos de punta el simple hecho de estar con él en un auto, así que no quiero ni imaginarme lo que debe ser convivir bajo un mismo techo. Una pesadilla.
-Bueno, como quieras. Respecto a lo otro, Gastón anda medio ocupado porque está dedicandose a exponer sus pinturas en varios lugares, está retomando a esa rama, vos viste que le encanta eso y hace mucho no lo hace por la banda. Así que si él no puede ponerte las cámaras de seguridad, me ofrezco a hacerlo yo. -dijo sin quitar la vista de la carretera-.
¿Por qué estaba tan bueno conmigo? Pensé pero no dije. Algo pasa acá che. O capaz tenerlo como amigo implica que sea así de amable. No lo sé, pero me gusta este Patricio.
-No sabía que también sabias hacer eso. ¿Hay algo que no hagas bien?
-Muchas cosas, creeme que son más cosas las que hago mal que las que hago bien. -sonrió de lado-.
Me quedé observandolo. Es la primera vez que lo notaba tan sincero conmigo. Normalmente se hubiera agrandado, o hubiera hecho alguna broma sobre eso, pero al contrario, se tiró para abajo. No quise preguntarle más nada. Simplemente le agarré la mano que él tenía libre para que se sienta apoyado por mí. Me miró a los ojos y soltó una sonrisa, para luego volver a ver a su frente. Entre tanta charla, ni cuenta me di de que ya llegamos a su casa. Estacionó el auto y bajamos de éste en un cómodo silencio. Nos adentramos a su casa, y lo primero que hice fue tirarme en el sillón.
-Ah bueno, estás vuelta una vaga que ni parada podes estar. Me parece que te estás juntando mucho con Guido. -se rió-.
-Callate Maximo. -le tiré una almohada en la cabeza-.
-No vas a querer hacer que me enoje eh. -me señaló con su dedo índice-.
Abandonó la sala para pedir delivery. Me quedé esperando un rato mientras revisaba mis redes sociales. En el momento que volvió conmigo y centró su atención en mí otra vez, le saqué la lengua como una nena de 5 años y pude ver como se acercaba a mí a pasos agigantados y sus manos desafiantes. Ay no, no me digas que más cosquillas, ya tuve suficiente con Guido hoy che...y bueno, para mi mala suerte, vino a hacerme cosquillas.
-Basta...dejame. -dije sin poder evitar las carcajadas-.
Paró de hacerme cosquillas y nos miramos a los ojos. Es increíble la conexión que teníamos con tan sólo cruzar un par de miradas. Sus largos cabellos se encontraban sobre mi pecho, e instintivamente lo abracé por el cuello para acercarlo a mí. No sé por qué, pero no podía resistirme en el momento que sus ojos me penetraban por completo. Me dejé llevar demasiado, porque él se encontraba haciendome cosquillas otra vez. ¡Me engañaste Máximo! Esto no se iba a quedar así.
-Voy a...morir. -dije quedandome sin aire-.
Ahí fue en el momento que paró y sonrió victoriosamente. Listo, le declaré la guerra, con ___ no se juega.
-¿Qué peli vamos a ver? -cambió de tema-.
-Veamos una de terror. -sugerí-.
-¿Vos de terror? No te la vas a bancar.
-¿No se supone que estás para protegerme y abrazarme cuando esté asustada? -solté pero al instante me arrepenti-.
-Eso es obvio. -me guiñó el ojo-.
Sonreí y sentí como la sangre subia a mis mejillas, así que baje la mirada para que no se note.
-¿Ponemos algo de música? -pregunté para no seguir con todo esto que me estaba confundiendo-.
Él asintió y me tomó de la mano, llevandome hasta un gran estante repleto de discos de todas las grandes bandas de rock. Incluso habían algunos de pop.
-Fua.
-¿Cuál ponemos? -me preguntó, aún sin soltar mi mano-.
-Ehh...perdoname pero yo sigo siendo una fugitiva, así que, este... -dije mientras agarraba el CD de "Una hora a tokyo"-.
Él sonrió por mi respuesta y lo puso al instante en el reproductor de música. Sonaba "revolución" y no pude evitar ponerme a cantar y bailar. Es increíble lo mucho que me ponía feliz y triste a la vez esa canción. Una vez que terminó, él cambió a "lejos del sol".
-Cambia, por favor. -le pedí-.
-¿Por? ¿esa no te gusta?
-¿Qué decís? Amo esa canción.
-¿Entonces? -preguntó sin entender-.
-Me hace llorar esa canción, encima la voz de Guido, era un bebé. -dije soltando mi lado de fan-.
-Ah bue, Guido todo siempre. -se puso celoso-.
-Vos también creciste mucho, eras un bebé antes Pato. Seguís siendo un bebé igual. -sonreí nostalgica-.
-Bueno bueno, tan bebé no soy. -se rió-.
-Callate, sabes que sí. -puse mi dedo índice en sus labios-.
Nos quedamos mirando por unos segundos, y yo aún seguía sin sacar mi dedo de sus labios, pero el sonido de " sinfonía eléctrica " me sacó de el mundo Patricio. Saqué mi dedo y cambié a algo lento, "blues".
-¿Esta no te hace llorar? -preguntó como si nada hubiera pasado-.
-A veces, pero con vos acá no voy a llorar. -sonreí-.
Él soltó una risita y subió un poco el volúmen. Se acercó a mí a pasos lentos, y me agarró de las manos.
-¿Bailas conmigo?
Quedé impactada. ¿Patricio Sardelli pidiendo que baile con él, y encima su propia canción, en su propia casa?
-¿Eh?
-Baila conmigo. -dijo esta vez como una afirmación-.
-No sabía que Blues se podía bailar. -sonreí, mientras lo abrazaba por el cuello y él me tomaba de la cintura-.
-Bueno, ponele que no, pero nosotros podemos cambiar eso.
Empezamos a movernos al ritmo de esa preciosa melodía. Sin duda alguna me ponía bastante triste, pero los ojos de Patricio junto a los míos me daban paz. Hundí mi cabeza en su pecho mientras él repartía besos a mi cabeza. Seguimos bailando juntos, hasta que terminó la canción. Fue tan hermoso, definitivamente no tenía ese lado de Patricio, no lo conocía. Pero fue la cosa más hermosa y maravillosa de este mundo.
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Tu locura [Pato Sardelli]
Fiksi Penggemar¿Qué harías si conoces a tu ídolo, luego de tanto tiempo esperando, pero las cosas no resultan como vos esperabas? El amor nunca es fácil, el amor al final del día siempre duele, y eso ____ lo tiene más que claro. Dicen que después de la tormenta sa...