Capítulo 24: Explicaciones.

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Era Jessica. Las ganas de asesinarla me ganaban. Me paré y poco a poco me acerqué a ella, que también se encontraba llorando.

-¿Por qué lloras? -pregunté con enojo en mi voz-.

-¿Y a vos qué te importa?

-¿Qué pasó con Patricio? -evadí su pregunta, realizando otra-.

-¿Y por qué no vas por tu cuenta a ver?

-Iría si supiera el camino. -puse mis ojos en blanco-

No sé qué es lo que hacía hablando con esta hueca. ¿Servirá de algo? No lo creo, lo único que hago es perder el tiempo.

-Sólo tienes que ir derecho. -me miró con desprecio-.

Corrí con todas mis fuerzas, mientras me preguntaba por qué me había ayudado si ambas nos odiabamos a muerte. Tendrá sus razones, o quizás, la tintura que usa se le subió al cerebro, le afectó, y de lo estúpida que se volvió no captó que iría a buscarlo. Bueno, seguí con mi camino, hasta que llegué a visualizar calles y negocios que conocía, y ya me tranquilicé un poco más. Estaba cada vez más cerca de mi casa, y comencé a pensar en qué le diría a Patricio. De tanto y tanto hacerme la cabeza, las ganas de verlo se desvanecían poco a poco, pero era algo que tarde o temprano tendría que enfrentar; a él. Hay veces que escaparse de las cosas, personas, o de los problemas no soluciona nada. Tragué saliva sonoramente al verme parada como una estúpida frente a la puerta. Conté hasta tres, inhalé, y ya me encontraba intentando abrir, sorpresivamente, se encontraba sin llave. La casa estaba completamente a oscuras, en un total silencio, y sentí una sensación de miedo ante eso. Fuí a la cocina alumbrando con mi celular, que lo encontré en el sillón, y ahí no estaba Patricio. Tampoco estaba en el baño, ni en mi habitación. Suspiré, dandome por vencida, hasta que se me ocurrió ir al jardín, y ahí logré hallarlo, sentado en el pasto, mirando las estrellas. Bueno, no quería que me vea en estado de zombie, así que me peiné un poco, corregí mi maquillaje y me senté a su lado.

-Por fin apareces. -dijo, con su vista en el cielo-.

Por un momento me sentí culpable. No éramos nada, y me enojé de esa forma, cuando no tenía derecho. Además me fui de golpe, y lo hice preocupar. Soy una boluda importante.

-Perdón, no tendría que haberme enojado, vos y yo no...-empecé a decir con un hilo de voz-.

Interrumpiendo mi discurso, capturó mis labios en un dulce beso. Durante unos segundos se lo correspondí, pero opté por separarlo para darle y que me de explicaciones, ya que no era momento de besos con lo que pasó. Lo miré a los ojos, y él comprendió mi mirada, para empezar a explicar mientras arrancabamos pastitos.

-Yo no sabía que la flaca iba a venir, te lo juro. Le estaba preguntando para qué vino, empezamos a discutir, y de la nada me plantó un beso, y justo vos lo viste, pero yo no quería eso, y mucho menos se lo correspondí, cuando vos te fuiste me separé de ella, le empecé a gritar de todo menos linda, se puso a llorar y se terminó yendo diciendo que le habías robado el chongo o algo así. Quién la entiende a esa mina.

Y ahí me cayó la ficha, ahí comprendí todo. Ahí fue cuando entendí su odio hacia mí, y también comprendí la razón de sus lágrimas. Prácticamente ahora todo cobró sentido, y todo cuadró.

-Ah, bueno, quedé como una pelotuda, tendría que haberte pedido explicaciones en vez de enojarme sin saber. O bueno, tampoco tendría que haberte pedido explicaciones porque no somos nada. Pero también me las merezco. Aunque tampoco me las merezco, realmente, pero sí. -empecé a decir cualquier cosa, enredandome en mis propias palabras-.

Él se rió (de mi estupidez, quizás) y no pude evitar darle un corto beso en los labios. Es tan lindo. Fuimos al interior de la casa, y él sostuvo mi mano y la entrelazó con la suya, y sentí morir del amor. Sonreí ante ese gesto.

-¿Desde cuándo sos tan tierno vos?

-Desde que te conocí y me cambiaste.

Sonreí aún más que antes y mordí mi labio inferior. ¿Acaso me quiere matar, o qué onda? Fuimos a la cama, y decidimos dormir después de este largo día. De algo me estoy dando cuenta, y es de que siempre que peleamos, nos reconciliamos al toque. Es como que no podemos estar enojados. Me abrazó por la cintura y me di cuenta que así quería dormir todas las noches, sintiendolo enredado a mi cintura.

Tu locura [Pato Sardelli]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora