[25.]

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Cuando leas esta carta
ya será tarde.

No habrás muerto,
eso seguro,
y yo seguiré (sobre)viviendo
como siempre.

Pero no me darás esos besos
que eran el motor de mis mañanas
y el combustible infatigable del sexo.

Y no es por las veces que haces que me corra,
sino por las veces que te vas de la cama
semidesnuda, con mis calzoncillos
y mi camisa, y te das la vuelta con esa sonrisa tan tuya
que ya nunca más será mi visión preferida.

Y cuando la leas, no llores.
No me fui. No te quedaste. No salió mal.
No es cuestión de tiempo,
sino de ganas.

Y tú a mí, me has ganado
y me has perdido.

Pero siempre seré tu trofeo escondido
en la estantería de los miedos perdidos.

davilasdavid

am[arte.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora