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Nadie me ha visto llorar realmente
desde que tenía 11 años.

Y Dios, quiero hacerlo.
Quiero poder llorar
en frente de alguien
y no lamentarme
-estúpida, estúpida, estúpida-
durante un mes después.

Quiero ser detallista.
No temer hacer el ridículo,
porque sé que no lo es
si es del todo sincero.

Quiero regalarte unos versos
y susurrarlos en tus labios,
no escribirlos y olvidarlos,
lamentando que nunca los llegarás a leer.

Porque a mí me lo han hecho.
He recibido poemas inesperados,
palabras de esas que crees prohibidas
porque surgen de tu alma sin que puedas controlarlo.
He leído textos que sé que eran para mí
aunque no llevara ni mi nombre,
ni origen ni dirección,
porque me he reconocido
en frases que solo conocemos nosotros dos.

Y que guardo en mi poemario de 5o páginas
de donde rescato
la mayoría de fragmentos que se ven por aquí.

Y joder,
que si no han escrito para vosotros,
de veras que lo siento.

Porque os juro que no hay nada más bello.
Que no conoces el amor
hasta que se te acelera el corazón
sin siquiera verlo.
Tan sólo leyéndolo.

Y que hey,
volviendo al principio:
no lloréis por nadie
si luego no hay quien os seque las lágrimas.
Aunque sabed
que yo ahora ya considero
más valiente aquel que siente y lo demuestra,
que el que se siente duro por no hacerlo.

Es obvio quién soy yo.
Es obvio también,
cómo me gustaría ser.

am[arte.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora