am[arte.]

[85.]

Nos vimos y pasó algo,
aquel instante fue tan largo:
el milagro de contarnos nuestras vidas al mirarnos.

La mirada fue una llama y la llama fue fuego,
tú me diste tu teléfono,
un beso
y un hasta luego.
Así, vinieron noches de vino tinto y tertulias,
hablando de miedos extintos,
de experiencias turbias.
Decidimos ser viento y volar sin prisa,
siendo antes una brisa dispuestos a parar el tiempo.

No supimos mirar al techo si acababa el sexo.
No supimos guardar nuestros secretos bajo el pecho.

Yo te secuestraba entre las líneas de un poema,
tú tras el perro verde veías alguien que valía la pena.

Sin más problemas que ir de cena y elegir menú.
Sin más discusiones que el
¿te llamo yo? o ¿me llamas tú?

Con el futuro a años luz y un pasado inservible,
unimos nuestra nada
y así todo ya fue posible.

Luego despertábamos juntos, luchábamos juntos,
salíamos al mundo para tragárnoslo juntos.
Fuimos dos aprendices:
tú regabas mis raíces,
yo te expliqué el por qué de mis arrugas y mis cicatrices.
Te conté mis locuras, mis sueños cumplidos.
Contigo el viejo lobo fue sólo un cachorro dormido.

Los dos tan vivos, surcando la vida y sus cumbres
observándonos siempre, tomando apuntes.
Tú trajiste paisajes y ese perfume de Dior.
Yo y mis Nike trajeron manchas de mi vida anterior.

Antes y después de ti, sólo hay soledad infinita.
Pero, el amor se marchita y luego muere.
Cuando las gotas de placer se secan,
las derrotas duelen.

Hoy he vuelto a ver tu imagen reflejándose en un charco.
He vuelto a respirarte en alguien que pasa de largo.
Sentado en ese banco, por si acaso vuelvo a verte.

Hoy he vuelto a recordarte otra vez al levantarme.
He vuelto a fingir y a decir que no debe importarme.
He llegado otra vez tarde,
y ya marchó mi buena suerte.
He vuelto a aquel septiembre
que prometió un para siempre.

¿Cómo voy a separarme del sortilegio y la magia?
Si de niño en el colegio saqué dieces en nostalgia.
¿Cómo asumir mi desgracia si soy sólo un espectro?
Con tantas luces fuera, y con tantas sombras dentro.
Hoy comprendo que vivir es esquivar el trago amargo,
como si llueve y sin más saltas los charcos.
Hoy sé que el amor llega, juega y lo remueve todo.
Después se va y toca recoger los trozos solo...

Nach.
Septiembre.