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Me he prometido a mí misma
que me iré de aquí
en cuanto pueda.
Aunque no tenga pasta.

Abriré la puerta,
sacudiré la mano y
"Bye, nos vemos."

Que vale que el pueblo sea pequeño,
pero la mente de su gente
lo es mucho más.

Y qué agobio.
Mis ideas se ahogan
con tanto gris,
tan poca personalidad,
tan poca cultura,
poca educación,
interés,
integridad.

Arte.

Y oye, que no sería la primera vez
que me voy.
Que yo ya he viajado más veces,
asegura orgullosa.

Que me conozco su precio:
no el del dinero,
sino el del anhelo
y sus recuerdos
y mis ganas de volver.

A veces la espera no se hace tan pesada.
Logro ver la belleza que ven los demás.

Cierro los ojos,
y escucho el rumor de las olas incesante
que se cuela bajo las puertas.
Siento la brisa que sabe a sal,
y que te seca el sudor
(y las lágrimas).

Y los abro,
y me doy cuenta de que el mar
sigue precioso tranquilo,
embravado,
mareado,
rosado,
verde,
plata,
azul,
negro.
Que a veces no es mar
sino tan sólo el espejo del cielo.

Y quiero ser así,
tan libre,
tan inmutable,
salvaje,
inalterable
y feliz
y orgullosa.

Tan libre,
susurra.

Por eso se llama Océano, claro.
Por todos los sueños que se ahogan
con la esperanza de [volver a...] volar.

am[arte.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora