Capítulo 2

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RECUERDOS BORROSOS Y OBJETIVOS CLAROS.
(Narra: Royce)

Caminar a solas puede parecer triste a los ojos de algunos, pero no cuando, de alguna manera, siempre lo has estado... Sola.

-Mi nombre es Royce... Royce Dragomir... Soy parte de la resistencia... Soy de... Nací en... Mi familia es...- suspiré. Trataba de hacer memoria, de recordar aquello que me definía antes de mi muerte, de tener una mínima idea de la persona que soy en verdad. Es desesperante, esa sensación de impotencia me provoca un amargo sabor de boca... Solo podía recordar el momento en que desperté con ayuda de aquél nigromante. Sus ojos, su sonrisa llena de júbilo, sus tiernas lágrimas de alegría al verme despertar y...Y su destrozado corazón cuando decidí darle la espalda...

No se que creer, no se que pensar, no se si debo regresar o continuar con mi camino, no se si reír o tal vez ponerme a llorar,no se que sentir al respecto. Es difícil morir y volver a la vida, y lo es aún más cuando tu único recuerdo es el momento de tu muerte, el instante de mayor dolor; pero también el más pacifico, el momento en que dejaste este mundo para después volver a él.

Lo recuerdo con detalle...

Me encontraba en un lugar desértico y desolado, con algunos nigromantes aliados luchando contra todos aquellos idiotas que osaban cruzarse en nuestro camino: domadores, elfos, hadas, magos e incluso los nigromantes mismos. Era una masacre, los muertos vivientes, la sangre y el fuego adornaban aquel escenario bélico y horrible que trataba de descifrar.

Recuerdo que, en medio de la lucha, me pose a un lado de un apuesto joven de grandes ojos pardos, y piel apenas un poco mas bronceada que la mía. Me quede a su lado, pues por alguna razón me hacía sentir segura y protegida.

Todo fue tan rápido y tan lento a la vez... El tiempo se detuvo para mi sin dejar de ir a toda prisa. Tomé mi daga y comencé a batir todo aquello que se acercaba demasiado y me concentré solo en cuidar de mi y de aquél nigromante aliado.

Sentía como si hubiesen pasado horas de batalla aunque seguramente sólo habían sido unos segundos. Mi cuerpo comenzaba a cansarse, y mi mente a nublarse.

Miré de reojo a mi compañero, su fatiga era tanta como la mía. Nuestros movimientos empezaban a ser lentos y débiles. Nuestra derrota se acercaba con cada golpe.

Fue ahí cuando, como si se tratara de una ayuda divina, nuestros refuerzos aparecieron desde lejos, invocando guerreros caídos que nos ayudaron en batalla.

Eran cientos, pero no había la certeza de que fueran suficientes.

Tomé de la mano a aquél joven y, temerosa por su seguridad, le suplique que me acompañara.

-Sígueme-.

-No puedo... No podemos, tenemos trabajo que hacer aquí-.

-¡Olvida el trabajo!- le grité desesperada -Solo vayámonos, los refuerzos harán el resto-.

-Necesitan todo el apoyo posible, estamos aquí para eso-.

-Simplemente olvídalo y vámonos- le insistí.

-Lo siento Royce... No puedo, vete tú si así lo deseas-.

Me enfureció, temí tanto por su vida que no podía soportar que se quedara atrás. Así que decidí quedarme a su lado hasta el final.

-Solo asegúrate de no morir, ¿de acuerdo?- bromee.

-Y si lo hago ¿me resucitaras?- me miró sonriente.

-Pero tendrás que esperar un año. Sería demasiado para mi-.

-Bien, entonces no lo haré-.

Lo miré cariñosa, cosa que no hacía con nadie, sólo con él.

MoiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora