Capítulo 3

32 3 0
                                    

UN JURAMENTO INQUEBRANTABLE
(Narra: Borislav)

Maldito sea... Maldito el día que lo vio nacer... Malditos sean sus seguidores fieles como perros... Malditas sean sus estúpidas reglas... Maldito sea su gobierno...Maldito sea su estúpido régimen... Maldita sea su amistad y maldita sea la confianza que le tuve... Malditos sean aquéllos que te juran lealtad y después te apuñalan para sus propios beneficios... Maldito sea yo si algún día me convierto en alguien así... No... Yo jamás le haría algo así a nadie...

Mi nombre es Borislav... Borislav Dalivor. Soy un domador de dragones de todo tipo; rápidos, grandes, pequeños, fuertes, de carga... Así como todos los elementales: de fuego, de hielo, de agua, etc...

-Muchas gracias por traicionarme "amigo"-.

Hablaba sólo, la ausencia de compañía parecía estar causando estragos en mi mente, pues hacia ya dos días que me encontraba vagando por el bosque sin ningún acompañante. Mi dragón me había abandonado en búsqueda de un lugar seguro para refugiarnos algún tiempo... Él solía hacer eso... Me dejaba y le perdía la pista durante varios días al grado que incluso me hacía pensar que no volvería. Y luego, de la nada, regresaba. Pero gracias a ello me convencía cada vez más de que, pasara lo que pasara, el sería el único que jamás me dejaría atrás... Al menos no para siempre.

Dos días... Dos largos días de caminata sin rumbo, y sin nada más que una espada en mi cadera y una capucha para cubrirme del clima. Estaba exhausto, la deficiencia de comida y bebida no hacía más que complicar más las cosas. Hubo momentos en los que consideré comer los frutos de los árboles... Aquel llamativo color rojo sangre me daba ansias de pegarle un gran mordisco, pero las malas experiencias de mi pasado hacían que esas ansias desaparecieran. En una ocasión comí unas bayas que resultaron ser venenosas, y me provocaron alucinaciones... Aquél día tuve una conversación muy satisfactoria con mi dragón...

Su recuerdo llegó a mi mente, miré al cielo y suspire. ¿Donde podría estar mi dragón?¿estaría bien?. No podía esperar a que volviera y me llevara a algún lugar seguro a descansar de esta maldita huida de aquellas malditas leyes, de las que un maldito me culpó de "quebrar".

Pasaban las horas y mi paciencia empezaba a terminar. Mi piel se sentía arder debido al sol abrasador. Mi boca, seca cual desierto, empezaba a tener saliva pegajosa, dando señal a que empezaba a deshidratarme, mis músculos dolían, mi espalda estaba matándome, mi garganta suplicaba líquido y mis ojos ardían como las llamas del infierno. Pocas veces un dolor me estorbaba tanto, y esta era una de esas malditas ocasiones.

En mi mente solo podía pensar en esas ansias de beber un gran sorbo de agua fresca del río que atraviesa la ciudad... O, ¿porque no?, un largo y delicioso trago de la helada cerveza que hacían los domadores artesanos. Con ese delicioso y ligero sabor a frutas fermentadas y esa espuma que cosquillea el paladar.

-... Tengo que alejar mi mente del deseo... No quiero comenzar a hacer actos de salvajismo debido al hambre y la sed- Recordaba el lado oscuro de mi gente. Pues cuando el hambre nos domina, nos volvemos bestias salvajes muy como los dragones. Matamos animales y comemos su carne cruda, e incluso podemos beber casi lo que sea, con tal de calmar la sed.

Me había distraído bastante. ¿Cuanto tiempo llevaba perdido en mis pensamientos?. Comenzaba a ponerse El Sol. Una buena noticia, ya que así, mi cuerpo podría enfriarse y la caminata no sería tan difícil.

Miré la puesta de sol y sonreí como niño, pues mi dragón se acercaba a la lejanía. Dí unos pasos hacia atrás y el dragón aterrizó a unos metros de mi.

-¡¿Donde diablos estabas?!- Lo abracé fuertemente por el cuello -Pensé que no volverías...- lo golpee levemente sin quitarle la mirada de encima. -...Bueno, bueno, supongo que no importa. ¿Encontraste algún sitio?-.

MoiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora