Capítulo 28

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PEQUEÑOS PASEOS(Narra: Borislav)

La mujer me pidió que viajara junto a la Nigromante a buscar al dragón. Realmente no tenía ni idea de las intenciones con las que me había enviado junto a ella. Realmente me parecía bastante extraño el estar con ella y me sentía aún más extraño en medio de aquél silencio mortalmente incómodo que se había desatado entre nosotros. Sin nada de qué hablar, ni un solo ruido que hacer, simplemente nos concentramos en el camino y en llegar prontamente hasta el sitio donde había dejado a mi dragón el día anterior. Esperaba que siguiera ahí, de lo contrario, podría ser muy complicado encontrarlo.

-Entonces... ¿Viajabas con el Mago?- Pregunté. Esperaba que con esa simple pregunta pudiera salir del silencio total. Quizás hablar un poco de cualquier cosa e intentar lo que me había pedido la anciana... Conocerla mejor.

Ella se mantuvo en completo silencio. Realmente no era alguien muy habladora. Realmente sería mucho mejor si, por lo menos, pudiera darte un buen tema de conversación. Pero era demasiado pedir, apenas nos conocíamos y ella no parecía tener demasiada intención en charlar. Al final, nos mantuvimos totalmente en silencio. Como un oasis en el desierto de mi incomodidad, avisté a lo lejos la arboleda en la cual descansaba mi dragón. Por lo menos así podría concentrarme en algo que no fuera el viajar en silencio. Pude ver el movimiento de la fiera entre los árboles, se movía lentamente, lo que indicaba que se encontraba acechando y no se fiaba de lo que sentía acercarse. Podría ser peligroso para la Nigromante, así que la mantuve detrás. Me acerqué a la arboleda y me adentré en la misma, buscando encontrar al dragón.

-Muchacho... He vuelto. Soy yo, no tienes que asustarte- Lo llamé.

De entre las ramas y los troncos de los árboles, la cabeza enorme de una fiera salvaje se asomó y me miró amigable. Me acerqué y la tomé entre mis brazos.

-Tranquilo muchacho, ya estoy aquí. Te dije que no te abandonaría.

El dragón comenzó a olfatear entre mis ropajes. Seguramente buscaba comida, cosa que no le había traído. Lo miré con un gesto culposo y comencé a guiarlo hacia afuera de la arboleda.

-No pude conseguirte nada para comer, pero te prometo que encontraremos algo más adelante.

Al sacarlo de la arboleda miré a la Nigromante a lo lejos, y recordé que el dragón no había interactuado con ella lo suficiente como para que se sintiera confiado con su presencia. Quizás sería el momento perfecto para romper el hielo, y él me ayudaría a hacerlo. Tomé su cabeza y la acerqué a la mía, buscando poder susurrarle.

-Escucha. Alguien me está acompañando, pero no es la persona más habladora del mundo, así que necesitaré que me hagas un pequeño y enorme favor- Sabía que él entendía lo que yo le quería decir, así que no me preocupaba el verme raro al hablarle a un animal.

Después de susurrarle lo que tenía en mente, el dragón obedeció mis palabras y miró a la Nigromante a la lejanía. Comenzó a acercarse lentamente, para después emprender una carrera de caza contra ella, derribándola y sosteniéndola entre sus patas, pero sin lastimar su piel con sus garras. El dragón comenzó a gruñir y la Nigromante no hizo otra cosa que poner cara de presa amenazada dispuesta a atacar. Una vez que lo consideró suficiente, el dragón dejó de gruñirle y pasó su lengua por toda la cara de la Nigromante. Empapándola de esa viscosa y extraña saliva que tienen los dragones. No pude evitar romper en risas mientras me acercaba a la escena, y miraba a la chica tumbada con cara de asco, pero con cierta diversión y alivio en su rostro. Seguramente, además de molestarle, se aliviaba un poco de que el dragón no la asesinara.

La fiera se le quitó de encima y ella se levantó sacudiéndose toda la baba de dragón de encima. Me miró con ojos furiosos y mantuvo un silencio total. Pasó de estar aliviada, a estar completamente furiosa.

MoiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora