Capítulo 31

8 2 0
                                        

CONOCIÉNDOSE

(Narra: Bogdan)

Después de una complicada travesía, finalmente volvíamos a la posada. La mujer nos había encomendado la tarea de perseguir y capturar a un animal. Al principio sonaba sencillo, pero más adelante nos dimos cuenta de que no iba a ser una tarea fácil. Jamás pensé que los cerdos podrían ser tan escurridizos. Atraparlo conllevó un reto más grande del que tenía previsto. Afortunadamente, pude contar con la ayuda de dos aliadas inesperadas, que resultaron ser más aptas de lo que había pensado. Por lo menos, no estorbaron con la misma magnitud que pensé que lo harían. El cerdo estaba atrapado, y nosotros nos dirigíamos de regreso a la posada de la anciana. Mientras caminábamos, el hada advirtió de llamarme por mi nombre... Realmente no me interesaba, por muy a la altura que se encontraran sus habilidades, aún no lograba convencerme del todo. Quizás, la batalla de los orcos sería un escenario perfecto para decidir si en verdad serían una buena compañía o no, pero aún tenía mis dudas al respecto.

La mañana ya se había quedado atrás, y la tarde estaba en su apogeo. El sol brillaba intensamente y parecía aumentar la temperatura cada segundo. Nosotros nos encontrábamos de regreso a la casa donde la mujer nos había recibido. Una vez que llegamos al sitio, dejamos al animal dormido en la entrada y nos aventuramos al lugar. El Domador y la Nigromante ya habían vuelto. La mujer se giró para encararnos y sonrió cálida.

-Me alegra que volvieran- Dijo la mujer.

Nuevamente nos encontrábamos todos reunidos. Era momento para pasar a lo siguiente. Nos acercamos a la mujer, y pude percibir un extraño olor. No pude evitar fruncir el ceño con tal olor.

-¿Qué demonios es lo que huele?- Dije.

La Nigromante se encogió levemente de brazos, y le clavé la mirada con confusión.

-Es normal que se sienta un olor de ese tipo. Después de todo, a esta jovencita le pasaron la lengua por todas partes- La mujer se acercó a la Nigromante y la tomó del hombro, ella solamente se quedó mirándola, pasmada.

Todos miramos a la Nigromante con confusión, y después nuestras miradas se dirigieron hacia el Domador. ¿Qué demonios había ocurrido en ese viaje que habían hecho ellos solos? ¿Acaso fue esa la razón por la cual la anciana los había enviado solo a ellos?

-No, esperen. No es lo que todos ustedes deben estar pensando- La Nigromante dio un paso adelante y saltó en su defensa al ver los rostros confusos de todos nosotros –El dragón se me echó encima y me lamió como si fuera un perro. No sucedió nada extraño- Se disculpó.

-Es cierto. No sé en qué clase de cosas estén pensando ustedes. Fue sólo que el dragón se lanzó sobre ella y lamió su rostro- El Domador saltó a apoyar las palabras de la Nigromante.

-Oh, ¿Encontraron al dragón?- La anciana cambió rápidamente el tema. Quizás quería evitar que el Domador y la Nigromante siguieran pasando vergüenza.

-Si. Estaba justo donde lo dejé. Está a las afueras del pueblo- El Domador contestó de inmediato. Supongo que él también quería cambiar el tema.

-Bien. Quisiera verlo- Dijo la mujer.

El Domador asintió con la cabeza y caminó hacia la puerta, seguido de la anciana. La mujer giró antes de salir y nos miró a todos.

-Muy bien. Ustedes dos deberían acompañarnos- La mujer señaló al Hada y al Elfo –Tu deberías quedarte aquí y tomar un baño. Seguramente lo deseas- La mujer pasó a señalar a la Nigromante - La baba de dragón no suena algo que sea agradable de sentir en la ropa.

MoiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora