Capítulo 14

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JUEGOS DEL DESTINO (2)
(Narra: Lyuben)


¿Una corazonada? ¿Qué nivel de experiencia debe tenerse para poder fiarse tan ciegamente en algo así? O ¿Qué tan ingenuo se debe ser?

Llevada a rastras por un hada que acababa de conocer y completamente desconcertada. Tenía la opción de simplemente negarme y continuar con mi camino, pero ¿Por qué sentía que era mejor seguirla?

Sentía que hacía unos pocos minutos que abrí los ojos al despertar, y el sol ya comenzaba a estar cenit. Había sido arrastrada hacia una búsqueda con un rumbo poco prometedor y totalmente imposible de reconocer como efectivo. No pasaron muchos minutos hasta que decidí caminar por mí misma y dejar de ser empujada por aquella mujer que ahora me hacía compañía. Hasta que la naturaleza comenzó a tomar su curso... Mi estómago comenzó a gruñir, rompiendo el silencio de aquella situación.

-¿Cuándo fue la última vez que tomaste algo de alimento?- El hada fijó la mirada en mi rostro mientras continuaba andando.

-Ayer. La única comida que tomé, fue el desayuno.

-Entonces deberíamos detenernos. Has pasado por muchas cosas y es hora de darse un respiro.

-¿Estás segura?

-Completamente.

Hice caso a su consejo y nos detuvimos momentáneamente bajo la sombra de un árbol. Me puse cómoda y suspire largamente. Estaba agotada y hambrienta.

Con una daga en mano, el hada se levantó de su sitio y miró hacia las ramas de los árboles.

-Deberíamos conseguir algo de alimento. Tenemos que descansar lo mejor posible antes de continuar.

Me puse de pie y me sacudí el polvo.

-Tienes razón. Aunque es algo tedioso el tener que trabajar duro incluso en el descanso.

-Así es la vida. Verás que en un abrir y cerrar de ojos habremos terminado.

Caminamos durante unos minutos, mirando las copas de los árboles, hasta dar con alguno que tuviese frutos.

-Ahí hay uno con dulces naranjas- El hada señaló hacia lo profundo del bosque.

-Yo no veo nada...

-Yo tampoco, pero percibo su olor.

Antes que pudiera responder, el hada corrió en dirección hacia el bosque. Le seguí el paso intentando confiar en lo que ella me decía.

Me abrí paso entre las hojas y la maleza del bosque, esclareciendo mi camino hasta dar con el hada que, en cuestión de segundos, se adentró bastante en el bosque. Hasta dar con un enorme árbol al centro de un pequeño círculo de árboles más pequeños, todos llenos de coloridos frutos que eran bañados con la dorada luz del sol.

-Eres bastante escurridiza- Le repliqué mientras me quitaba algunas hojas de encima.

El hada permaneció inmóvil, mirando hacia arriba.

-Debemos subir- Me advirtió, sin dejar de mirar hacia arriba.

Levanté la vista y ahí estaban, bellas y coloridas naranjas del bosque. Su color brillaba en una suerte de destellante amarillo espectacular gracias a la luz del sol, haciendo parecer que habíamos dado con el árbol que daba el fruto de los dioses, aquel que se encontraba a mitad de la nada, en un sitio que parecía no haber pisado nadie jamás, dónde nuestros pasos eran anunciados por el crujir de las marrones hojas secas que tapizaban el verde pasto en el suelo, junto con la roca y el musgo que se formaban alrededor del enorme tronco que, a su vez, se encontraba adornado con setas blancas a sus pies.

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