Capítulo 11

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DOS FUERZAS RIVALES
(Narra: Bogdan)

Borislav... 

Dalivor... 

Borislav... 

Dalivor... 

Dalivor...

Mi mente estaba fuera de control, mi cuerpo no reaccionaba. No cabía en mí mismo a la hora de intentar entender cómo un miembro de mi raza podría haber bajado la guardia de esa manera. Tuve a mi oponente atacándome justo frente a mi cara, y no pude hacer nada para defenderme.

Mi cuerpo temblaba de dolor y rabia mientras aún me encontraba en el suelo, consciente pero inerte. Apretaba los dientes hasta el punto de casi romperlos. No me tenía nada contento lo que había sucedido.

La nigromante se levantó de mi pecho y me miro con rabia, como si tuviese que ser ella la indignada.

-Un mago que se recuesta derrotado después de ser apaleado por un completo extraño, sólo puede dar vergüenza, sólo puede ser una deshonra, un individuo ridículo que no merece la pena ser llamado "mago".

Mi única reacción fue ponerme de pie y perder los estribos. Un mago jamás permitiría una falta así, menos aun viniendo de un nigromante.

-¿Tu quien osas creerte para hablarle así a un mago? Cuida tus palabras, chiquilla. No permitiré que ofendas a mi raza- La señalé con el dedo de manera amenazante –Además, tus acciones no fueron de mucha más ayuda. No te atrevas a llamarle "vergüenza" a alguien que tuvo tu torpe rostro frente al filo de su espada. Si el ser derribado por un ladrón es una deshonra ¿En qué peldaño del orgullo te encontrarás tú? Que estuviste a merced de mi poder y a punto de morir.

Hablé sin pensar y terminé ensuciando aún más mi orgullo, Pero al parecer había logrado defenderme de sus palabras, pues su cara de enfado destellaba en su rostro.

-Puedes utilizar cualquier excusa que desees, yo deseo recuperar mis pertenencias.

Se dio media vuelta y caminó hacia el bosque.

No pude evitar reír al mirar su actitud orgullosa, engañándose a sí misma haciéndose creer que podría ir sola.

-¿Y acaso crees que alguien como tú podría encarar una batalla?- Me crucé de brazos con una sonrisa cruel.

Ella se giró. Me miró irónica y rompió en risas.

-No creo que debas tomar esa actitud. Ya que ni siquiera tú pudiste contra él.

Apreté mis puños y fruncí el ceño. Su osadía era indignante. Si en mi lugar se encontrase cualquier otro mago, con seguridad la habrían asesinado desde su primer atrevimiento.

Levanté un brazo y apunte mi palma hacia ella.

-No me obligues a cerrarte la boca.

-¿Qué harás? ¿Atacarás a una persona desarmada? ¡Vaya honra que tienen los magos! Y sobre todo ¡Vaya educación!, pues ni el ladrón te atacó al estar desarmado.

Di un paso hacia adelante y sostuve mi puño con fuerza, a la altura de mi pecho.

-No oses volver a ofender de esa manera a mi raza.

-¿Qué harás? ¿Acaso utilizaras tu tremebundo poder contra mí? Sin tu precioso cetro no eres absolutamente nada, mago.

Agaché la mirada y volví a sonreír cruelmente.

-¿Todos los nigromantes son tan torpes? ¿Tan imprudentes como para provocar a un mago, o mejor aún, tan imprudentes como para creer ciegamente en las habilidades que tiene o no un miembro de mi raza? Porque si es así, entonces a tu raza no le queda mucho antes de su inminente extinción.

MoiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora