Capítulo 13

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JUEGOS DEL DESTINO.
(Narra: Millan)

Cuando somos niños, nos inculcan toda clase de creencias, depende de a que etnia pertenezcas, será la clase de educación que te será inculcada. Desde que yo era una pequeña, siempre se me educo a amar a la naturaleza y a los seres que la conforman, así como a los miembros de mi raza y mi "familia"; como también se me educó a odiar las mismas cosas que odiaban todas las hadas. Quizás fue un error el haber escuchado solamente lo que siempre quisieron que yo escuchara, y no atreverme a intentar ver las cosas más allá de ello. Siempre conforme con lo que me decían, siempre feliz, y segura de que eso era lo correcto. Después de todo ¿Quién piensa que los seres que amamos pueden llegar a traicionarnos o causarnos dolor? Nadie... Y mucho menos yo.

Derribada en el suelo, no podía pensar en algo más. No tenía otra cosa que hacer, más que quedarme inmóvil. Era lo único que estaba dentro de mis capacidades en aquél momento. Era frustrante el mantenerme así... Pero a la vez fue de gran ayuda...  

Existe un momento en la vida de cada ser en la tierra en el que la mente atraviesa controversias enormes. Que si escuchar a tu familia o a tu intuición; que si escuchar a tus amigos o a tu amor; que si hacer o no hacer; que si querer o no querer... A todos nos llega en algún momento, y era mi turno de que me llegara.

La educación que me habían dado toda mi vida me instruía a que siempre debía considerar una verdad irrefutable a todo lo que saliera de la boca de mis compañeras, sin importar lo que fuera. Y dudar de todo aquello que saliera de bocas ajenas a mi círculo familiar. Sinceramente y a aquellas alturas, ya estaba convencida de que no era más que una vil estupidez. Me sentía llena de temor al pensar en encontrarme con un elfo, y más al momento de encontrarme con uno y luchar contra él... o mejor dicho... Contra ella. 

Fuimos atacadas por alguien que parecía tener unas intenciones de lo más extrañas. Entre la lucha, fui herida de muerte y dejada a mi suerte por ese aparente "ladrón". Y para mi sorpresa, la elfa no me había dejado atrás. Me ayudó en ese momento de enorme necesidad y vulnerabilidad sanando mis heridas y llevándome con ella hasta un lugar que quizás consideró seguro.

A pesar de parecer inconsciente, pude apreciar vagamente el panorama de lo que sucedió después de que ella utilizara aquel Lirio mágico para salvarme. Cada paso que dio al caminar mientras cargaba conmigo, significó mil deudas de vida que tendría con ella. Normalmente somos nosotras quienes curamos a aquellos que lo necesitan, pero esta vez, ella fue quien me ayudó.

Cuando mis fuerzas comenzaron a volver, estábamos asentadas en un pequeño claro en el bosque a la luz de la luna. Levanté la mirada y la vi. Sentada ante el fuego, a punto de caer en manos del sueño. Pero al perecer ella presintió mi mirada, pues no tardó mucho en girar la cabeza y cruzar su mirada con la mía...

Hubo un pequeño momento de silencio, no sabía cómo reaccionar ante tal situación. No sabía si tener miedo o sentirme plenamente agradecida por su ayuda. Mi única reacción fue ponerme de pie, acercarme un poco e intentar hablar con ella... Parecía un poco nerviosa al ver que me acerqué, pero igual lo hice.

Me senté a su lado y me puse cómoda.

-... No... No tengo palabras para agradecerte lo que has hecho por mí. 

-... No tienes por qué agradecérmelo- Su voz sonaba con un tono un tanto apagado. Seguramente estaba agotada.

-Sí, si tengo. Me salvaste de las garras de la muerte. Estoy en deuda contigo.

Suspiró y dejó recargar su cabeza sobre el árbol que estaba a sus espaldas.

-Creo que lo mejor ahora será dormir. Mi herida está casi sanada, no debería ser un problema.

MoiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora