Capítulo 24

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EXPLICACIONES

(Narra: Millan)

Al principio, el destino me obligó a salir huyendo de mi tierra natal jurando venganza contra aquella traidora que provocó la muerte de mis compañeras, después me hizo reunirme con un elfo y perseguir a un Domador que me dejó al borde de la muerte, cuando lo dimos con él, nuestro propósito cambio y terminaos ayudándolo. Ahora, el destino nos había reunido nuevamente, esta vez como aliados, con el propósito de liberar un pueblo humano azotado por orcos. Y ahora, a nosotros llegaba un mago... El mismo mago que buscaba asesinar al Domador por robarle al igual que a nosotras... El mismo mago se encontraba ahora ahí, para ante nuestra vista.

-Saludos, ladrón- El Mago se hizo anunciar.

La expresión de todos quedó pasmada. No teníamos ni idea de cómo reaccionar ante la aparición de tal personaje. Nos desconcertaba su presencia, y nos desconcertó aún más cuando, a espaldas del Mago, la mujer Nigromante se dejó ver, emergiendo de entre la ahora cegadora luz de la calle. Dos individuos iguales y a la vez distintos que habían hecho acto de presencia al mismo tiempo y en el mismo lugar, dando a entender que habían viajado juntos. La tez del Domador palideció un poco. Parecía no agradarle en lo absoluto el que lo llamaran ladrón.

-Buen día, joven. ¿En qué puedo ayudarle?- La anciana acudió en auxilio de todos rompiendo el silencio.

-Disculpe mi intrusión, mi señora. Tengo asuntos que debo atender con sus invitados- El mago se inclinó en señal de respeto hacia la anciana.

La anciana se puso de pie y caminó hacia el mago.

-¿Qué clase de asuntos, joven?

-Son asuntos privados, me disculpo. No puedo revelar demasiado. Me encomendaron encontrarles y ahora debo hablar con ellos.

-Entiendo que es algo que le encomendaron. Pero estos jóvenes están en mitad de algo. Dudo que...

-... No se preocupe, mi señora. Seguramente sólo ha venido a nosotros con motivos exclusivamente académicos. Dudo que nos lleve más de un par de minutos. No se preocupe por nosotros- El domador interrumpió a la anciana. Seguramente no quería más intervenciones

El Domador se encaminó a la puerta y miró al Mago.

-Bien, vamos. Hay cosas que hacer.

El mago detuvo al Domador por el brazo y nos miró desde la entrada del lugar.

-Ustedes también. Necesito hablar con todos ustedes. Vengan, por favor.

Llenas de dudas, nos miramos mutuamente y nos levantamos de nuestro sitio. Caminamos lentamente hasta llegar al mago y miramos de vuelta a la anciana. Ella nos sonrió.

-Los esperaré de vuelta, jóvenes.

Salimos del lugar y el mago comenzó a caminar. Le seguimos el paso hasta que estuvimos lo suficientemente lejos de la posada de la anciana, para que no nos escuchara. El mago se detuvo frente a nosotros y se cruzó de brazos. Ahora sabríamos lo que tenía que decirnos.

-Iré directo al grano. Necesito de su ayuda.

Esas palabras fueron lo suficientemente extrañas para desconcertarnos completamente a todos nosotros.

-¿Ayuda? ¿Para qué?- Pregunté.

-No sé cómo explicarlo- El mago suspiró.

-Le encomendaron una misión, y necesita que lo acompañen- Dijo la Nigromante.

-¿Una misión? ¿Qué clase de misión?- Dijo el elfo mientras fruncía el ceño con confusión.

-La cosa es que... Me fue encomendado un viaje a través de los Cinco Grandes Reinos, y me ordenaron que me reuniera con ustedes y viniéramos a éste lugar. Encontré a la Nigromante, y vine hasta aquí. Entonces los vimos por casualidad... Y me ahorraron el trabajo de buscarlos.

MoiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora