Capítulo 18

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CONFRONTACIÓN EN EQUIPO

(Narra: Lyuben)

La luz del sol me cegó al salir de la cueva. Mis ojos se habían acostumbrado a la oscuridad serena y me era difícil poder ver algo. Cuando mis ojos por fin pudieron ver algo, me hallaba a la intemperie a la orilla del acantilado. Miré al cielo y lo vi, el grifo se acercaba rápidamente hacia nosotros.

-Tenemos que pensar en algo, rápido.

El mago llamó mi atención mientras apuntaba su cetro hacia el cielo. Teníamos que pensar en algo o sería demasiado tarde. Miré a nuestro alrededor, buscando algo que pudiera ayudar a enfrentar a la bestia. En mi búsqueda desesperada, di con una saliente y tuve una idea. Salté sobre ella y llamé al mago.

-¡Rápido, has estallar la saliente!

Él me miró incomprensivo, era obvio que no entendía mi plan en absoluto.

-¡Sólo hazlo! ¡Debo llegar a él antes de que llegue a nosotros!

El mago hizo caso a mis peticiones y apuntó su cetro en mi dirección. Hubo un estallido y la roca voló por los aires, en dirección del animal. Tomé mi sable y salté, tomando por el cuello a la fiera y montándome en su lomo.

-Bien, amiguito. Tú y yo vamos a divertirnos mucho.

El grifo comenzó a agitar todo su cuerpo y a volar erróneamente. Creo que no me quería en su lomo. Mi espada se resbaló de mis manos y calló cerca de la entrada a la cueva, dejándome desarmada y a merced de una fiera descontrolada que intentaba a toda costa quitarme de su espalda.

Podía sentir la adrenalina corriendo por mis venas cuando alcancé a percibir un rayo de luz pasar cerca del grifo... y de mi rostro. El mago estaba atacando desde tierra y casi me acertaba el golpe a mí.

-¿¡Qué demonios estás haciendo!? ¡Mira bien donde disparas!- Pude gritarle al mago mientras luchaba por aferrarme al grifo.

Segundos eternos pasaban y el mago no daba una, ni el grifo cesaba su fuerte sacudida. No podía pensar con claridad alguna manera de salir de mi situación. Finalmente mis manos cedieron y fui proyectada hacia la roca sólida del suelo de la montaña. Justo cuando creí que me estrellaría inevitablemente hacia mi muerte, el mago detuvo mi caída con sus habilidades y detuvo mi caída con suavidad. Me había salvado.

-Gracias... - Lo miré sorprendida.

-No me lo agradezcas- Él ni siquiera me miró, seguía concentrado en combatir a nuestro "oponente".

Tomé mi sable y lo sostuve, el grifo se acercaba nuevamente hacia nosotros. Hizo chocar sus patas contra la roca y levantó una gran nube de polvo, cegándonos temporalmente. No podíamos ver más allá de nuestras propias narices mientras estábamos dentro de la nube. La fiera podía atacar desde cualquier lugar. Un fiero rugido nos alertó de su ataque. El Grifo se lanzó contra nosotros con una enorme fiereza. Nos apartamos de inmediato y a penas logramos evitar sus afiladas garras. Esta lucha se estaba complicando más de lo necesario, y más de lo que yo esperaba.

-¿Cuándo saldrán a ayudarnos las otras dos?- Gritó el mago.

Como respondiendo a su llamado, el hada y la nigromante salieron de la cueva, corriendo hacia nosotros.

-Venimos a ayudarlos- Dijo la nigromante mientras desenvainaba su espada.

Respondí con una sonrisa confiada y asenté con la cabeza. Ahora sería más sencillo enfrentar al grifo.

-¿Dónde está el ladrón?- El mago no perdió tiempo y preguntó sobre aquel al que parecía serle urgente de ver.

-Está por salir. No te preocupes.- Respondió el hada en tono confianzudo –Pero, mientras tanto, debemos entretener un poco más al grifo.

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