LA MONTAÑA
(Narra: Borislav)
"Lo he conseguido... He reunido todos los materiales necesarios. Es hora de volver."
Había cambiado el ritmo a mi caminata. De caminar tranquilamente, a correr de forma imparable. Por fin había conseguido reunir todos lo necesarios para ayudar al "pobre animal indefenso" que había dejado a su suerte. No podía esperar a poder volver.
Escondido en la espesura del bosque, un semental me esperaba, listo para comenzar el galope rumbo a mi pequeño asentamiento temporal. Me apresuré a llegar al sitio lo más pronto posible, y esperaba no tener complicaciones que provocaran una mayor demora. Me monté en el animal, y comencé mi viaje de vuelta.
Mi viaje concluía y mi esperanza se había elevado un poco. Basado en mis conocimientos, podría curar las heridas de mi compañero y continuar mi rumbo "hacia alguna parte".
No paraba de presionar al corcel. Mi necesidad de llegar de una vez era abrumadora, al grado en que casi deseaba poder simplemente aparecer de pronto en el lugar.
Recorría muchísima distancia, al mismo tiempo en que las horas pasaban. Presionaba demasiado al corcel y eso le traía problemas de fatiga, y con ello, me traía problemas a mí, al no poder continuar avanzando.
Finalmente el animal cedió, y yo quedé varado en medio de un enorme prado, sin vista alguna de estar cerca de mi destino, pero también sin señal de estar cerca del principio. Casi como si me encontrase a mitad del camino, sin poder visualizar ningún destino.
Caía el atardecer, y la impaciencia crecía en mi interior cada vez más. Finalmente sucumbí ante la situación y opté por asentarme momentáneamente en el sitio, dispuesto a descansar lo mayormente posible para poder proseguir al siguiente día a primera hora de la mañana.
Ya cómodo en el césped, no podía dejar de pensar en mi querido amigo, y preguntarme a mí mismo si estaría bien, después de todo, aunque fuese uno de los seres más bestiales de la naturaleza, mientras se encontrara herido, estaría indefenso. Además del hecho de que el lugar en el que lo abandoné a espera de mi regreso, era la guarida de un grifo, un ser que no es raro ver que viaje en parejas o grupos de tres, contando a sus crías. Solamente alimentaba mi preocupación por encontrarme nuevamente con él, y poder cerciorarme de que no se encontrara en un estado mucho más deplorable que el que tenía la última vez que estuvimos juntos.
Con un poco de carne a mi disposición y algo de fuego para mantenerme cálido, me acurruqué a lomos del corcel que llevaba conmigo. Pude percatarme de que llevaba su nombre marcado en una de sus patas traseras... "Max".
-Así que tu nombre es Max. Un nombre muy adecuado para un semental, y muy poco apropiado para ser sólo un animal de trabajo y no una mascota.
Hablaba con el caballo. La mayor parte del tiempo no tenía ningún otro tipo de compañía más que la de mi dragón, y me había acostumbrado a hablar con los animales, a pesar de que era consciente de que no son capaces de entenderme. Al menos no tanto como yo quisiera.
Fácil de distraer, mi mente volaba entre pensamientos al azar. Pero cada vez volvía a mí el recuerdo de mi dragón. Hasta que finalmente decidí intentar no pensar demasiado, pues el preocuparme no serviría de nada, más que para enfermar mi mente con malos pensamientos y frenarme. Simplemente me dediqué a recostarme y mirar el infinito cielo de aquella noche, lleno de estrellas particularmente brillantes, y serenamente petulantes. No pude evitar dejar brotar un suspiro, concienzudo en planear mi siguiente paso. Quizás simplemente me dedicaría a viajar después de esto, aunque sentía el deseo de volver al reino y arreglar cuentas. El destino me diría lo que debería hacer.
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Moira
ФэнтезиAllá en tierras lejanas, una batalla perdida en el tiempo, se libró. Los cinco grandes reinos: Magos, Nigromantes, Domadragones, Hadas y Elfos. Tontamente lucharon en una guerra por poder. Cuando todo parecía estar destinado a terminar mal, el desti...