Capítulo 34

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UN PELIGROSO DRAGÓN

(Narra: Millan)

Después de encomendarnos la tarea de limpiar, la anciana se retiró a la posada. El Mago no nos permitió ayudarle, pero su trabajo fue sumamente rápido. En cuanto terminó, la mujer revisó el área y se cercioró de que estaba completamente limpia, al ver esto y notar que aún quedaba tiempo del día, pero no quedaban tareas, la anciana decidió ponernos una especie de prueba... El Mago y yo debíamos combatir en parejas al Domador, pero este tenía el derecho de utilizar a su fiera como segundo en su equipo. Todo con el fin de arrebatarle de las manos una pequeña llave dorada, cuya cerradura desconocemos. La mujer nos envió a las entrañas del bosque, con el objetivo de encontrar al Domador y quitarle la llave... La cacería había comenzado.

Una vez nos adentramos en el bosque, el mago me detuvo. Comenzó a mirar en todas direcciones, y se detuvo en un arbusto cercano.

-Debemos buscar huellas, o cualquier cosa que nos indique la dirección en la que ellos se dirigieron. Una vez que demos con un rastro, podremos dar con su paradero- Dijo el Mago.

El hombre caminó en dirección de los arbustos y, inclinándose un poco para poder ver mejor, echó una mirada hacia un pequeño charco de fango que había en el suelo. Se dio media vuelta y se acercó a mí.

-Encontré un pequeño rastro. El sol puede verse desde dentro del bosque, pero podría decir que el rastro se dirige al Norte. Seguramente se adentró lo suficiente hasta que llegó al punto en que el bosque se vuelve espeso. No será difícil encontrarlos.

-Oye... Bogdan. –Frené las palabras del mago -¿No deberíamos tener una especie de plan de acción para cuando lo encontremos?- Pregunté.

-¿A qué viene eso?

-Bueno... Funcionó con el cerdo. Pero esta vez, sólo somos dos. Y no nos enfrentamos a un cerdo, sino a un Domador de dragones y a su enorme mascota.

-Tienes razón... Millan, ¿Verdad? Recuerdo que dijiste tu nombre cuando estuvimos en la posada y la anciana hizo esa pregunta.

-Veo que tienes buena memoria- Sonreí complacida.

-Si. Debo memorizarlo todo. Nunca sabes cuándo necesitarás recordar algo, o a alguien. Pero eso no es importante ahora... Con respecto a un plan, quizás lo mejor sea que tú vayas por el Domador.

-Cuenta con ello... ¿Qué más necesitas que haga?- Pregunté, esperando un elaborado plan de acción.

-Realmente creo que es todo... Aún no conozco del todo tus métodos, y no tengo idea de qué afinidades tengas. La mejor opción es que te enfrentes al Domador. Tendremos una mayor oportunidad de vencer si los enfrentamos por separado. Para mí será sencillo quitar a la fiera de tu camino. Sólo debes encargarte del jinete.

-Supongo que tienes razón. Entonces que así sea- Accedí rápidamente. No era un mal plan. Así el tendría que encargarse de un enorme dragón que veinte veces su peso, y yo sólo debía enfrentar al Domador...

Mi única y gran preocupación respecto al plan del Mago, era que mi batalla contra el Domador resultara de la misma manera en que resultó nuestro primer encuentro... Temía que eso sucediera. Esta vez tendría que ser más fiera y agresiva, además de cuidadosa. No debería bajar la guardia por nada del mundo, y todo debería salir bien. No estaba dispuesta a pasar por ello nuevamente, y esperaba no tener que pasar por eso nunca más. Quizás el Domador se estaba comportando dócil hasta aquél momento, pero aún no tenía idea de que tan agresivo pudiera ser en batalla. Continuamos con nuestra búsqueda a través del bosque, y encontrarlos comenzaba a demorar demasiado, incluso comenzaba a creer que no íbamos a dar con ellos nunca. Pero nos mantuvimos siguiendo esas huellas que el Mago había encontrado. Era de todo lo que nos podíamos fiar. Después de un momento, el mago se detuvo en seco.

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