Ella.
Ella es asocial, muy asocial, tanto así que cada vez que sube al auto-bus, moja el asiento de al lado para que nadie se siente.
Y nadie lo hace, nadie quiere mojarse el trasero.
Excepto él, bueno él tampoco quiere mojarse el trasero, pero si q...
Alaska salió a las seis treinta de su casa, para así ir a a la parada del auto-bus escolar.
La primera parada del auto-bus escolar era la que estaba cerca de su casa, y ella agradecía eso. Ya que así, podía elegir su asiento sin preocupaciones, y poder mojarle para que nadie se sentará al lado de ella.
Si, Alaska era un poco anti-humanos.
Sonrió al conductor y se sentó justo en medio, nadie la vería ahí. Abrió su botella de agua y derramo un poco sobre el asiento de al lado.
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Sonrió otra vez, puso sus audífonos blancos en su oreja, y le puso play a la carpeta coldplay.
"A sky of full stars"
Su sonrisa se borró al saber que nunca sería una estrella para alguien, no mucho menos un cielo lleno de estrellas.
Sacudió su cabeza e intentó quitar ese pensamiento, después varios minutos el auto-bus se empezaba a llenar con mas y más gente.
A media hora de llegar al instituto subió un chico de cabello color caoba, ojos cafés y tez blanca al auto-bus, Alaska no le presto ni la mas mínima atención.
Pero el si, una chica de cabello color castaño oscuro, tez morena y ojos negros.
Lo más simple que puede haber según ella.
Pero esos ojos negros lo cautivaron a el.
Con pasos decididos el camino hacia ella.
— El asiento esta mojado— murmuro ella al ver la intención del chico.
— No me importa— dijo el.
— Hay una chica linda atrás— murmuro otra vez, intentando que el se fuera, pero el no era un chico hormonal.
— Aquí también, le respondió el.
Ella suspiro, había hablado con el mucho, bueno para ella era mucho ya que nunca hablaba más que con monosílabos, como: "Si" o "No.
— ¿Cómo te llamas?, pregunto el.
Pero de parte de Alaska no hubo ninguna respuesta.
— Bueno, yo me llamo Ian por si te interesa.
Otra vez silenció de parte de ella.
— La ley del hielo— murmuro Ian— eres mala.
— Si, respondió ella.
El sonrió, por lo menos una palabra le había sacado.
