Diez.

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Ian se sentó en el suelo, al lado de ella.

— Me gusta la lluvia, dijo ella.

—Me gustas...—tosió un poco—me gusta como el cielo se ve, cuando llueve.

— Mi madre—Alaska hablaba tan bajo, y había tanto ruido, que Ian tenía que hacer un esfuerzo para escucharla.Se acercó más a ella— decía que la lluvia, era algo feliz, y a la vez triste. Decía que cuando llovía, un ángel nuevo estaba  subiendo al cielo.

— Oh, qué interesante— Ian en realidad no le estaba prestando atención.

Solo se fijaba en sus ojos, en sus ojos cafés, grandes con un brillo.

— Si...

El asiento mojado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora