Cincuenta y uno

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Suspiré, no quieres una ilusión: — No hagas eso— le dije cuando se iba.

—¿Que?, sonrió

— No quiero una ilusión Isaac

— ¿Quien dijo que lo sería?

— Basta Isaac, rode los ojos y entre otra vez a la fiesta.

Isaac

Quería parar, juro que quiero parar. No sé que quiero con ella, ni si quiera es el tipo de chica que le gusta.

Ella, ella es diferente fuera de cualquier estereotipo que tuviera en mente. Pero estaba en lo cierto, debía parar, ella solo es una amiga.

Suspiré frustrado, me restregué la cara y entre a la dichosa fiesta.

A lo lejos vi a una chica con un vestido celeste como el cielo, era preciosa. Pero ese vestido se le vería mucho mejor a Alaska.
Me frustre de nuevo, quería maldecir a todos ahora, ninguno de ellos quería venir, les tuvimos que casi rogar, y ahora ella está sonriendo con ellos.

Sonriendo...

Respire, al menos era feliz, su sonrisa iluminaba cada rincón, no le quitaría eso por nada del mundo.

Camine hacia ella y la abrace por la cintura

—Perdóname, ¿puedes?, le susurré al oído.

Ella sonrió y asintió

El asiento mojado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora