Cuarenta y nueve

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Un día más, el #teamI no estaba por ningún lado, ni hoy ni ayer, ni si quiera llegaron al colegio.

Hoy era mi cumpleaños, normalmente la pasaba con mamá y mi tía, pero este año quién sabe cómo será, mi tía estará en Canadá por dos días por algo de qué tal vez la iban a ascender, y mamá pues... ella no podía estar.

Hoy estaba en el bus, y ellos de nuevo no llegaron, me empezaban a preocupar. Isaac ni siquiera había abierta la biblioteca.

6 horas de carcel hasta que me dieron salida. Me puse los audífonos y camine a casa, si no estaban ellos en el bus era muy aburrido. 

Iba caminando hasta que me entró una llamada de Isaac. Por fin.

— Hola tú.
— ¿Así saludas? ¿Dos dias desaparecido y ni una explicación? Jodete. Adiós— le iba a cortar, pero me interrumpió.
—Espera, espera. Te lo puedo explicar chillona, llega hoy al café de Ian a las 4, por favor.

Le dije un si, en susurro y corte ¿Que se cree? ¿Mi papá? Igual solo iré por curiosidad.

Me duche de nuevo, y me cambie de ropa, mi tía me había dejado ropa nueva para hoy.

Una falda de puntos, una blusa blanca y unas sandalias blancas. No me ponía eso, pero pues hoy era mi cumpleaños ¿no?

Baje y pedí un taxi, no quería caminar más. En 10 minutos llegue, pero estaba cerrado.

Toque la puerta, y nada, las ventanas tenían algo negro, no se podía ver nada.

Llame a Isaac.

—¿Donde estás?, dije irritada.
—Esta abierto linda, abre—sonó la  voz de Ian, y antes de que pudiera decir nada ya me había cortado.

Tenía tantas ganas de matarlos. Abrí la puerta y las luces estaban apagadas, bufé.

— Idiotas.

Y toque para encender la luz estaba al lado.

—¡SORPRESA!

El asiento mojado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora