Cuarenta y tres

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Alaska:

Estaba en la biblioteca haciendo permisos para que se llevaran libros, hasta que sentí unas manos en mi cintura. Di un salto.

-¿Que pasa?, Isaac sonrió

Lo ignoré: -Oye-, murmuré- ¿La señora que nos cuido en el castigo, la conoces?

El quito sus manos.

- ¿Por que? Se mordió el labio nervioso.

- Curiosidad solamente, le sonreí

- Te dijo que yo era mala influencia ¿no?

No le respondí.

-Alaska, sentí su agarre otra vez en mi cintura.

-Si, susurré.

Bufo y se fue.

No lo volví a ver hasta las siete que era la hora en que nos íbamos

-Le dije que no te dejaría, le susurré cuando salíamos

El asiento mojado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora