Setenta y siete

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Alaska

Después de que Isaac me vendó mi herida, me tomé de la cabeza y me recosté sobre la cama. Aún el mareo y el dolor no se me había pasado.
Luego él se acostó a mi lado y me tomo de la barbilla haciendo que lo mire directo a sus ojos

—Ali...—sus palabras salieron en susurro–debes cuidarte está herida ¿si? No será algo que pueda llegar a algo peor o que se se infectara pero –realmente se oía preocupado y suplicando solo con sus ojos que le haga caso–quiero que estés lo mejor posible ¿sii?

–Me cuidaré Isaac, no te preocupes—, dije intentando que no se preocupe pero su expresión de preocupado y dolido no cambiaba

—Está bien...— soltó un leve suspiro —sé que aún no quieres hablar sobre eso pero realmente perdón

Le quite su mano de mí cara y me senté sobre la cama — ya dije que no debías explicarme nada— lo tome de la mano intentando que se calme porque me dolía verlo así, a pesar de que me doliera más a mi que a él, no podía verlo destruído .

Se sentó a mí lado y se acercó a mí pero me aleje—Es que si debo explicarte y hablar de esto aunque me duele hasta el alma porque la verdad...

En ese momento Ian toca la puerta y la abre asomando su cabeza a la habitación segundos después sin previo aviso

—Ali, ¿estás aquí?—me ve tomada de la mano con Isaac y lo suelto rápidamente— oh, pues... Te espero afuera

Cerro la puerta y se fue

Miré a Isaac con una sonrisa, me dolía, si, pero no le permitiría verme así —ya, no me expliques nada, cambia la cara que no me gusta verte así —sonrió levemente por primera vez aunque se borró muy rápido su hoyuelo–ahora debo irme, pásala bien con pelirroja

Tome mis cosas que había guardado ya, y me despedí con la mano cuando estaba saliendo del cuarto aunque no recibí respuesta

El asiento mojado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora