Cincuenta y ocho

570 62 6
                                    

Alaska:

Empezaba a pensar que era una perra sin corazón. Me molestaba ver a Mikaela muy cerca Ian, pero era tonto, ¡yo tenía a Isaac! Y con eso me debería de bastar,

Me subí al auto-bus, y me puse los audífonos, pero no abrí los ojos, no quería hablarle a ninguno. Sentí como me movían el hombro y bufé irritada.

Al abrir los ojos, la pelirroja teñida me sonrió.
Si, Mikaela es teñida, a mi que no me mienta,

— ¿Que pasa? ¿Por que tan gruñona hoy?

— No lo se—. De verdad no lo sabía—. Me siento como una perra.

— Perra no, perrisima— rodé los ojos—. Bien no tienes tiempo como para bromas, dime, ¿Acaso no soy tu amiga?

Acaso no soy tu amiga. Repetí lo que dijo, ¡si! !¡si si era mi amiga! Y no podía, pensar cómo lo estaba haciendo. Me negaba, era un insulto a nuestra amistad.

— No pasa nada, amiga.

El asiento mojado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora