Cuarenta y uno

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Alaska:

Entre abrazada de Isaac, mientras el se reía. Pero bueno ya me las cobrare.

— Seguirán este sendero, sin peros, solo avancen y luchen por salir vivos— sonó una voz y luego una risa malévola.

Recuerda Alaska, es un juego, un simple juego.

Respiré hondo, y empezamos a caminar. Todo estaba completamente oscuro, una chica se veía sentada llorando, y cuando pasamos nos gritó: —¡qué se mueran! ¡Muéranse!
Salté y me abraze mas Isaac, el solo reía. Se notaba que él ya había venido varias veces.

Seguimos nuestro camino, y unos chicos con motocierra nos persiguieron. Nunca eh corrido tanto en mi puta vida, ¡y el solo trotaba!

Luego, nos metimos por un tobogán oscuro en el que me tocaban manos peludas, y tiraban arañas, de juguete claro. Y al final del túnel terminamos en una piscina llena de baba.

— No despierten al monstruo— otra risa malévola.

— ¿Isaac?, mi voz salió aguda.

— Aquí estoy nena, di un respingón al sentir sus manos llenas de baba en mi cintura.

— Ya falta poco— me abrazo— estás temblando...

Lo ignore, y seguimos con el recorrido. Después de correr de un payaso, de la niña del aro, y de mojarnos salimos.

— ¡oh bella luz! ¡Jamás volveré a entrar a esa cosa!— mire mal a Isaac— ¡eres un idiota!

Le pegue y él ni se inmutó.

— gracias, sonrio.

Me tomo de la mano y salió corriendo.

El asiento mojado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora