Treinta y seis

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Entre a la biblioteca con una manzana, y un paquete de rosquillas.

Cruzando el pasillo de libros, entre a la mini oficina de Isaac.

— ¿Rosquillas?, me senté frente a él y se las tendí.

— Gracias—murmuró— ¿quieres ir a almorzar hoy?

— ¿Me estás pidiendo una cita?— alcé la ceja y reí.

— Sueña— sonrio—. Tú me tendrías que pedir la cita a mi.

— Idiota, a ti. Nunca, le saque la lengua.

— Infantil, rodó los ojos.
—Amargado.
— Tonta
— idiota.

—Ugh—. Rodó los ojos de nuevo— ¿sí o no?

Reí: — ¿Y tú pagas?

— Obvio.

Chille: — ¡yes!

El asiento mojado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora