Capítulo 6 La pelea

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Hacía una tarde tranquila, me encontraba con Julieta en un restaurante de comida mexicana y afortunadamente ya no hablamos de lo que pasó ayer con mi trance.

Este día Julieta vestía una blusa blanca de tirantes con un gran escote que dejaba ver la perfecta forma de sus senos, un pantalón color beige que dejaba ver cada curva de su cadera, unas zapatillas color negras con beige y su cabello suelto. Realmente se vea sexi.

—Amor, ¿crees que sea buena idea que nos casemos antes de tener al bebé?— soltó muy natural al decir aquellas palabras, yo me quedé callado, sólo la veía mientras ella se acomodaba su largo cabello.

—Yo...— apenas podía sostenerle la mirada, pues ya estaba levantando una ceja, sus labios se tensaron y suspiraba como tratando de calmarse.

—¿Acaso es tan difícil contestar, Jack?— me preguntó ya un poco más molesta.

En verdad no sabía que contestar, porque jamás pensé en cansarme, ni siquiera era una opción, pues con eso de que soy un demonio, no puedo acercarme a imágenes religiosas, ni lugares santos, así como tampoco a las personas que tienen que ver con la religión, ósea los sacerdotes, monjas, etcétera.

—Julieta— dije por lo bajo y ella me miró con atención, —discúlpame, pero yo no me casarse contigo— la vi con tristeza y ella bajó su mirada hacia su plato de comida, empezó a probar bocado y no dijo nada durante ese tiempo.

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Estábamos caminando por la ciudad, el silencio que había entre los dos era demasiado incómodo, quería romper el hielo y decirle que si me casaría con ella, pero no puedo mentirle en eso.

—Estoy cansada— dijo Julieta levantando sus brazos, —¿te parece si nos vamos ya a la casa?— sabía que se sentía aún mal por lo que le dije, pero al menos fue ella la que habló primero y rompió el silencio.

—Claro— le dije, sonreí y ella me dirigió una leve sonrisa. Nos fuimos a donde tenía el auto aparcado, subimos y conduje.

Llevábamos 15 minutos en camino, Julieta tecleaba algo en su móvil, yo sólo conducía sin decir palabra.

—Jack, ¿por qué jamás me has presentado a tus amigos?, digo, siempre sales con ellos, los ves seguido pero... jamás vamos a una fiesta juntos donde estén tus amigos inseparables, ¿por qué?— su tono de voz no me gustaba nada, ahora todo me lo cuestionaría, esto era como una venganza por mi respuesta negativa a casarme.

—Bueno, pues ellos son un poco bromistas,— apreté el volante, trataba de pensar qué decirle —o demasiado diría yo, no creo que te agraden tanto.

—¿Acaso no crees que sea capaz de sobrellevar sus actitudes?, digo, si soy capaz de vivir contigo...— ahora estaba más que seguro en que estaba molesta.

—No dije eso, es sólo que ellos...

—Perfecto,— pero antes de que pudiera decir alguna cosa coherente me interrumpió, —diles que esta noche preparare algo de cenar para ellos, que están invitados a nuestra casa, que los esperamos a las ocho— sonrió malvadamente y siguió tecleando.

—No pueden hoy, Julieta. Ellos también tienen compromisos— y de pronto se abalanzó sobre mí, —¿qué haces?— pregunté asustado por su actitud.

—Busco tu celular— tocaba todo mi pantalón, cuando sintió el celular en mi bolsillo izquierdo empezó a sacarlo. —¡Aja!— expresó victoriosa.

—Julieta dame eso— aunque sabía que podía manipularla no me atrevería a hacerle eso.

—Ya esta.

La Confesión De Un Demonio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora