Capítulo 2 Reprendido por mi novia.

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Tiempo después...

Camino por la acera tomado de la mano de Julieta y en mi otra mano llevo algunas cosas que hemos comprado en el supermercado que está cerca de nuestro departamento.

Es una tarde tranquila, personas van y vienen pasando cerca de nosotros, son personas agradables, muchos de ellos viven cerca del edificio en el que vivimos mi novia y yo. Ya casi llegamos a nuestro hogar, y puedo notar como cambia el paisaje, pues aquí abundan los edificios viejos que tienen una fachada colonial, en cada balcón se puede percibir la vida que las flores dan al adornar los hogares, inclusive en esta zona los niños suelen salir a jugar a las calles cuando el sol no es tan fuerte que pueda dañar la piel, pero aún así hasta el anoche es aún puedo escuchar música de los restaurantes cercanos.

Y a pesar de toda esa vida y alegría que me rodea cada día, no me siento fuera de entorno, al contrario, últimamente me he sentido más aceptado, siento que si ella, mi novia esta feliz, yo también lo estoy y eso es todo lo que me importa por el momento a pesar de que se que voy contra mi naturaleza demoniaca.

Seguimos caminando hasta que observo como un señor ya mayor intenta cambiar la llanta de su camioneta. Sé que pasara algo malo y es aquí cuando una sensación de emoción, adrenalina y regocijo me invaden por ver lo que sucederá. El hombre procede a actuar, pero no coloca bien el soporte para detener la camioneta, él deja una pierna debajo del auto, esta sentado en la orilla de la acera, pero al parecer el auto tiene otro problema, porque enseguida se quita su camiseta quedando en una playera interior, la primera la coloca debajo del auto y se introduce acostado su cuerpo sobre la gruesa tela; quiero brincar y gritar de felicidad por lo que viene. Inconscientemente aprieto un poco la mano de Julieta, ella frunce su entrecejo sin entender mi repentina emoción, pero yo sólo le sonrío.
La camioneta hace un chirrido y enseguida un grito desgarrador inunda el lugar provocando que la personas corran a auxiliar al hombre, ya que el vehículo le ha caído en un brazo, la gente se acerca enseguida para intentar ayudarlo levantando de alguna forma la pesada camioneta.

Del otro lado de la acera, viendo de frente todo el espectáculo me encuentro yo, pero sin ya poder evitarlo empiezo a reír.

—¡Ja ja ja ja!— me río a todo pulmón, tanto que me duele el abdomen por la fuerza que emito.

De pronto sin esperarlo, siento un codazo en mis costillas, lo que provoca que enseguida me calme y veo el rostro molesto de Julieta, —Pareces estúpido Jack, ¿crees que eso es gracioso?— la miro sorprendido. Quisiera decirle que si me parece gracioso, pero si lo hago me irá peor.

—¿No...?— digo aún inseguro.

Ella me fulmina con la mirada mientras niega con su cabeza como en desaprobación por mi actitud, —creo que nunca podré entenderte.

—Pero así me amas— le digo mientras la rodeo con mi brazo y la beso en la sien.

Ella sonríe un poco más tranquila, —ya, ya. Anda vamos,— la he contentado sin problemas. Punto para mí. Ojalá que siempre fuera así de fácil contentarla.

¿Trabajarás hasta tarde hoy?— espero que diga que sí, pues necesito reunirme con Drave, ya estamos en algo muy importante, <<decenas de mujeres embarazadas muertas por virus mortal>> Sería la sensación y les ganaríamos a los demás demonios.

Julieta suspira con pesadez, —Si amor, necesito restaurar tres obras muy importante para la exhibición del fin de semana— perfecto, estará mi pequeña monstruo ocupada y así no me estaría haciendo preguntas.

La Confesión De Un Demonio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora