Capítulo 18 El Trato.

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Julieta

—No quiero hacerlo, no quiero dañar a Jack, por favor padre, no me obligues— lloro desconsolada mientras le ruego a mi padre que no me obligue a hacerle daño al papá de mi hija.

—Julieta, ya tu madre ha hablado contigo, tienes que hacerlo o sino tu hija sufrirá las consecuencias— mi padre habla como si esa fuera una opción.

Mientras mi madre me observa desde el sofá, ni siquiera se ha inmutado en levantarse para consolarme, me doy cuenta que todo este tiempo he jurado lealtad a una creencia que sólo se ha quedado en eso...en una simple creencia.

Me arrodilló rápidamente, junto mis manos y entrelazo mis dedos, —Ayúdame padre misericordioso, tú que lo puedes todo, ayúdame en esta lucha...—empiezo a orar, pero mi padre interrumpe rápidamente.

—¿Que se supone que haces?— pregunta molesto y confundido mi padre.

—Déjala Nicolás, está orando, ¿que no ves?— contesta mi madre con una voz irreconocible, al parecer no es la misma persona que conocía, ni ella ni mi padre, no sé lo que les pasa, pareciera que son unos monstruos.

—¡Déjate de tonterías, niña!— me grita mi padre al momento que golpea con su mano a mis manos.

Lo veo desconcertada, cada vez me asombra más su actitud, —padre— le digo en un susurro, lo observo y me levanto, —¿qué te ha sucedido?— veo a mi madre también, —¡¿qué es lo que les pasa?!

—Eso mismo nos preguntamos nosotros, ¿qué es lo que te pasa?, ¿acaso has perdido la cabeza?— dice mi madre con una actitud desquiciada. —¡Todo esto hubiera sido más fácil si no te hubieras enamorado de ese estúpido!, ¡niña tonta!— mi madre ahora me grita y yo doy un paso hacia atrás, pues me causa miedo su comportamiento.

—Pero sobre todo, que idiota has sido Julieta, ¿cómo se te ocurre embarazarte?, eres una golfa, dando tu cuerpo al enemigo— me reprocha mi padre. Y después juntó a mamá se están riendo de mí, me miran con asco, burla y coraje.

—JAH JAH JAH JAH— risas maquiavélicas llenan el ambiente de la alcoba y una corriente fría recorre mi piel, se me pone la piel de gallina y mi corazón empieza a acelerarse, siento miedo, quiero huir, sus actitudes son de algo fuera de este mundo.

—Demonios...— digo por lo bajo y ellos callan. Antes de que puedan reaccionar tomo rápidamente un crucifijo que estaba en uno de los burós, —caminar por el sendero de la muerte, caminar por el sendero de la muerte, caminar por el sendero de la muerte que me llevara por el camino más obscuro, caminar en el sendero que me llevara a la luz, la vida eterna llegara con este y tú no podrás obtenerme— recito rápidamente un pasaje contra demonios.

Ellos caen al suelo retorciendo sus cuerpos, veo desprenderse un aura negra de sus cuerpos para después fundirse en uno sólo. Empieza a tomar forma, ahora lo puedo divisar mejor, se trata de un hombre joven, viste prendas en color negro y sus cabellos lo lleva hacia atrás peinado perfectamente, el color negro de este hace resaltar más su blanco rostro. Pero me doy cuenta rápidamente, es un demonio...

—¡Taraaan!, ¿Impresionada Julieta?— me dice con un estilo de voz muy parecido al de los amigos de Jack.

—¿Tú quién eres?— le pregunto con seguridad, sin mostrar miedo.

Y hace una reverencia al presentarse, —mi nombre es Astaroth, príncipe del infierno, del mundo obscuro y de los demonios.

Alguna vez había escuchado de él en libros, sé que es un demonio muy peligroso, pero ¿por qué tomarse la molestia de venir a hablar con una humana?, lo miro fijamente y me atrevo a preguntar, —¿Y qué haces aquí?

La Confesión De Un Demonio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora