Capítulo 28 Las botas de Amon.

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Julieta

El sueño me venció entre llantos y tristezas, sin poder escapar de una pesadilla que va tomando forma para consumirme y atarme hasta que muera.

Despierto entre suaves sábanas, estiro un poco mis piernas y froto mis ojos. ¿Qué hora será? Me levanto y me acerco a la ventana. No sé si alguna vez anochezca por completo en este lugar, en realidad no sé cuánto he dormido, pero ese atardecer de ahí afuera no ha cambiado nada.

Escucho que tocan la puerta, pero no digo nada, después vuelven a tocar y opto por hablar.

—Adelante—. Digo dubitativa. La puerta se abre y entra Zilas con una bandeja plateada y la coloca en una mesa.

—Señora humana, le he traído comida—. Anuncia. Yo me sorprendo y me acerco.

—¡Esto es jugo de naranja!— apunto con mi dedo índice a la charola y exclamo emocionada.

—Así es— me confirma Zilas. —El príncipe Astaroth llegó hace unas horas con comida de la tierra, en realidad esos alimentos son muy extraños, aquí nunca podría encontrarlos— y al decir eso Zilas me saca una sonrisa divertida.

—¿Y ustedes que comen?— pregunto muy interesada. Zilas mueve su gran cola de serpiente y me provoca escalofríos, pero me contengo para no ser grosera.

—Pues un demonio como yo come piel, uñas y pelo— dice saboreándose, pero a mí me provoca asco y sin poder evitarlo pongo una cara de angustia. —Oh, discúlpeme. El amo me advirtió de mi comportamiento con usted, por favor no se lo diga, lo que pasa es que no sé cómo comportarme con una invitada Humana,— y al decir aquello Zilas  me hace sentirme con sensaciones extrañas.

—Supongo que sólo hay invitados demonios— le digo para aminorar su preocupación.

—En realidad usted es la primera invitada que tiene el amo, yo había visto las almas humanas, pero nunca con sus cuerpos y mucho menos que las trajera unos de los príncipes en brazos—. Siento que mis mejillas se sonrojan, ahora entiendo de las extrañas miradas de Zilas cuando llegué. Pero sobre todo, qué es eso de tratarme como una invitada de honor...bueno al menos por parte de Zilas, porque Amon... es un completo patán.

—No te preocupes Zilas, no le diré nada a Amon— le digo y sonrío.

—Gracias Humana.

—Puedes llamarme Julieta.

—Ju-lie-ta— dice despacio como procesando mi nombre. Después me observa con su entrecejo fruncido —Julieta, ¿ese bebé es del amo?— pregunta viendo hacia mi vientre y yo me quedo sin palabras.

—No...— digo en un susurro y Zilas me mira confundido.

—Discúlpeme el atrevimiento, pero escuché cuando el príncipe Marduk mencionaba que ese bebé era hijo de mi amo—. Yo niego con la cabeza mientras miles de pensamientos atraviesan mi mente.

—No Zilas, este bebé es de Jack, él es mi novio y... Y es también un demonio—. El rostro de asombro de Zilas no se hizo esperar.

—Creo que tengo que irme— dice y se aleja con un actitud extraña.

Observo como se aleja cerrando la puerta tras él, -que sujetó más extraño- pienso y después me dedico a comer.

***

Pasan unas horas más...supongo, ya que no tengo reloj. Me encuentro acostada de lado en la cama con una gran almohada entre mis piernas, no sé por qué pero me siento más cómoda en esta posición.

La Confesión De Un Demonio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora